jueves, 8 de septiembre de 2011

Y nos despertó la luz del día.

Dejaste caer tus lágrimas de cristal,
en los charcos que insultaban a las nubes
gritaron que estas sola, que ya no tienes a nadie
pero yo, entre tus noches auyento a las soledades
mientras rompo las paredes con cada gruñido.
Dejando, las luces apagadas, 
el aliento en la ventana
iluminando con caricias las sábanas
Esperando poco a poco a que el sol se cuele por la persiana
para poder verte amanecer, besarte en la mejilla y decirte:
Cariño, ya es por la mañana.

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Vamos, no te cortes, como si estuvieras en tu casa.