jueves, 22 de septiembre de 2011

Y ya el destino callará cuando te arrimes

Quita las vendas que tapan mi cuerpo
déja ver las heridas del pecho.
Que me las hizo el ruido del viento 
que las abrió el tacto del cielo
y las curó el sabor de tus besos de perro.


Haz a los charcos asomarse desde el suelo
con la esperanza de observar por tu ventana
tu cuerpo desnudo, tu voz acostada
mi alma callada por miedo a cagarla.


No permitas que me vaya,
por el pesar de las cadenas de mis brazos.
No dejaré que te pierdas,
por el cerrar de los candados de tus piernas.


Mis brazos cerrados al amor valiente
al que todo lo que dice, siente.
Tus piernas cerradas al amor cobarde
al que mucho dice y poco hace.

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Vamos, no te cortes, como si estuvieras en tu casa.