viernes, 31 de agosto de 2012

Miedo a luchar contra la soledad.

Tengo miedo. Siempre se tiene miedo.

 

Tengo miedo de que mi barrio sean tus ojos.
De que las calles donde me pase los días, sean tus labios.
De quererte poco a poco.
De quererte demasiado rápido.
Tengo miedo de compartir el espacio de mi ducha en dos.
De no dormir por verte tumbada a mi lado.
Me asusta el hecho de que tus manos sean las únicas 
capaces de hacerme sentir placer.
Tengo miedo de verme preguntandome si habrá alguien 
después de ti.
Tengo miedo a que lo que hoy son buenos recuerdos,
terminen siendo compartidos, y se rompan.
Me da miedo que las canciones que hoy me emocionan
mañana me recuerden a nosotros.
Tengo miedo de que mi semen sea causa de camas equivocadas.
Tengo miedo a que tu pelo sea el único sitio donde viva
mi voz.
Me asusta compartir el primer rayo de sol.
Tengo pánico a que el sofá no quiera otras piernas estiradas,
tal que las tuyas apoyada sobre mi.
Tengo miedo de que escribas una historia inolvidable.
Tengo miedo de dejar de quererte mañana.
Me asusta tenerte. 
Me asusta perderte.
Me da pánico tener que buscarte al fondo de un vaso.
Y me da miedo encontrarte entre acordes y versos.
Tengo miedo de no saber como crear una risa inevitable
en mitad de un llanto.
Tengo miedo de ser el protagonista de ellos.
Tengo miedo de dudar.
O de estár seguro de todo.


Tengo miedo de conocerte, o de darme cuenta 
de que ya estás a mi lado.

jueves, 30 de agosto de 2012

El mundo tras mis ojos.

Una de las cosas que siempre me ha dado por imaginar, es la típica escena
en mitad de una calle enorme, tal como Gran Vía, repleta de gente andando 
en dirección contraria a la mía, y en medio, destacando entre todos, 
una chica llorando. Entonces yo me acercaría y...


Serían más o menos las nueve de la noche, ya estaba oscuro
pero la luz de los neones de la Gran Vía dejaban ver con claridad
cualquier detalle que hubiese.
La música sonando en mis cascos creaba en mis ojos un mundo para mí solo.
Todos, o la gran mayoría iban en dirección contraria a la mía.
Yo, miraba mis zapatillas, primero una, luego otra... andando contra todos.
De repente, levanté la mirada y la vi. 
Estaba en mitad de la multitud, mirando al suelo... tan guapa...
Al acercarme, ví una lágrima que se suicidaba en su labio inferior
y moría ante el paso de su lengua, que la borraba de éste.
Normalmente, habría seguido mi camino de vuelta a casa,
pero algo me hizo pararme.
Me quedé delante de ella, soportando los codazos que me daba la gente
que andaba por la inmensa calle del centro de Madrid.
La agarré las manos, estaban heladas, me miró extrañada.
¿Estás bien? Le pregunté.
Sin decir nada, se limitó a abrazarme. Yo, también lo hice.
Me miró por primera vez a los ojos, la separé de mi cuerpo,
y arrastré con los dedos el maquillaje corrido por las lágrimas.
Tranquila. Susurré. Pero ella pudo oírme.
No necesitabamos un sitio más tranquilo, no necesitabamos nada
en ese momento, sólo estabamos ella y yo.
De nuevo, la di la mano y nos sentamos a un lado de la calle.
Y durante una hora, debatimos sobre temas tan importantes
como el sabor del regalíz, y las mil formas de mirarnos.
Tenía que irse, tenía que irme.
Nos levantamos, la agarré con una mano de la cintura
y la otra la perdí en su pelo. Luego, en pleno invierno,
vi la primavera en sus labios.
Me preguntó mi nombre. La volví a besar. 
La pedí entonces, que cerrara los ojos y contara hasta diez.
Al abrirlos, yo me había perdido entre la gente, y no nos volvimos a ver.

Cuándo lo conté, me dijeron por qué lo había hecho. Miedo, contesté,

ella era la mujer con la que me despertaría todos los días, y aún era muy joven.




Varios años después, estaba preparando mi primera maqueta, 
era mi segunda actuación en la sala Galileo Galilei, estaba cumpliendo mi sueño,
y antes de empezar la canción que llevaba su nombre, decidí mirar al público...

... Y entonces...

Más rencores que besos.

Si hay algo triste, es descubrir que la persona a la que una vez quisiste, hoy no la puedes ni ver.

Me remonto a mi infancia, me gustaba una chica, no era nada especial
pero a mi me llamaba la atención.
Cosas de niños fue todo lo que hubo, luego, no la volví a ver.
Años después, y tras aprender a vivir en una montaña rusa, me mudé.
Casualmente, ésta chica me agregó a cierta red social que yo usaba
por esa época.
Conversamos, nos reímos, y resultó que vivíamos en el mísmo barrio.
No sé por qué, pero a mi sus ojos me seguían diciendo algo,
y tenía muchas ganas de saciar mi sed de descubrir el sexo opuesto
por primera vez.
Me llevé un rechazo en el primer intento, cosa, a la que como sabéis,
ya estoy acostumbrado.
Dejé pasar un año sin hablarnos, y por las mísmas fechas del año siguiente,
volví a intentarlo, ésta vez, funcionó.
La primera vez que nos volvimos a ver, fue rodeados de amigos.
Por Dios, si me hubierais visto, sin haber besado en serio aún, sin haber tenido
ni siquiera una experiencia que contar.
Era un flan nervioso, por así decirlo.
La tarde pasó como pasan las tardes normales, hasta que todos se fueron,
y nos quedamos solos.
Yo daba rodeos al mundo intentando que no se me notasen los nervios,
al final, ella me besó a mi.
Qué os voy a contar sobre esos meses, fui feliz, eso no lo pueden cambiar.
Y con ella fue la primera vez que me perdí entre unas sábanas.
Pero el reloj gritaba que se me estaba escapando el tiempo,
las camas que no he probado me llamaban,
y las calles me susurraban un poco más de libertad.
Ahí empezó mi pesadilla.
Las dudas han formado siempre parte de mi vida, pero ésta vez se quedaron...
Para siempre.
Empecé a tener de forma enfermiza unos celos a causa de historias que se inventaba,
empecé a no dormir, porque no sabía si realmente quería seguir viviendo en su boca,
empecé a terminar algo que tal vez, no debió haber empezado.
Intentamos dejarlo, pero no salió bien.
Al final, tuve que irme a la otra punta del mundo de viaje durante un mes.
Y encontré las respuestas que buscaba.
Ya no la quería, me quedaba mucho cielo por ver, y quería verlo junto a otros ojos.
Cuando volvimos, lo dejamos. Intenté que no doliese, pero ella se empeñó en complicarlo.
Al final, por unas o por otras, dejamos de hablarnos.
La historia que parecía haber sido escrita por el destino había sido borrada por mi.
Entonces, dejé de creer en todas esas historias bonitas,
dejé de ser el mísmo.
Quedé como el malo de la relación, pero fuí el que más heridas se llevó.
Ahora no soy capaz de estár con nadie, no soy capaz de querer, y
los relojes que en su día gritaron, hoy no me miran,
las camas que me llamaban, hoy no me cogen el teléfono
y las calles que me susurraban libertad, me dicen que me quede en casa.
Ella está con otro chico actualmente, tuve problemas con él, pero no les deseo mal,
espero que sean muy felices, y sobretodo, espero no volver a verles nunca.
El amor, puede ser bonito, pero cuando decide irse, quedan más rencores que besos.
 
Tras beber de algunos labios, que también guardan historias,
ahora, ansío enredarme en otros brazos, aprender de otras sonrisas,
y vivir lo que viví con ella, pero mucho mejor.




martes, 28 de agosto de 2012

Carta de agradecimiento.

Me froto la cara con ambas manos, en un intento
de sentirme menos vacío.
Doy un trago a una botella de agua caliente
que hay en la mesa, al lado del plato de la cena de ayer
y un vaso volcado junto al móvil en silencio.
Me voy al baño de mi habitación, abro la puerta
apoyo las manos en el lavabo y abro completamente los ojos
por primera vez ésta mañana.
Debería quererme más, o eso me dicen todos.
Subo la mirada desde el suelo hasta el espejo
y dejo que el azul y el verde de mis ojos se mezclen
al contacto con la luz.
Me paso el día tirado en el sofá, con la mayor aspiración
de llegar a la cama sin aterrizar contra el suelo.
Doy vueltas a lo que ya le he dado vueltas,
y sigo sin encontrar que falla, hay demasiados problemas
en mi cabeza, y ni siquiera me apetece hablar de ellos.
Vuelvo al espejo otra vez, nada ha cambiado,
quizás un poco más de ojeras por el transcurso 
de las horas y la falta de descanso.
¿Por qué soy así?
¿Por qué coño soy así?
¿De verdad mi virtudes contrarestan mis defectos?
Y de ser así, ¿Cuáles son esas virtudes?.
Dios, ésto es una mierda.
Me siento en la silla, la puta mísma silla
en la que dejo pasar las horas frente al mísmo ordenador.
Un mensaje en twitter y un comentario en el blog, 
casi consiguen animarme.
Tras ver su nombre en twitter, supe quién es.
La contesto cordialmente y de forma simpática, como suelo hacer
siempre que alguien me dice su opinión respecto a mi blog,
a mis videos, o a cualquier cosa que haga.
Casualmente, hoy había arreglado el monitor, y veía los colores bien,
dentro de lo que me permite mi daltonísmo, claro está.
Al abrir su perfil, y ver su foto, hubo algo que me congeló.
Sus ojos, verdes, los ojos verdes más bonitos que había visto en mucho tiempo.
Sonreí. Apagué el ordenador, abrí la litera, me acosté en mi cama,
y me quedé reflexionando mirando al techo:
Da igual lo gris que esté el cielo, siempre habrá unos ojos dispuestos
a colorearte las paredes de tu celda, para que te acuestes con una sonrisa.

Ella para mí, es una seguidora de twitter, yo, para ella, exactamente lo mísmo, y ni de lejos intento que eso cambie, pero no podía no darle las gracias por esos tres segundos que estuve sonriendo.

Hoy, ya son en vano, porque mi celda vuelve a ser gris, y por si fuera poco, ni puedo tocar la guitarra.

domingo, 26 de agosto de 2012

Tal vez, y sólo tal vez.

Como dice Marwan, el verano,
es una época en la que me acostaría con todas las mujeres,
pero seguiría queriendo a la mísma.
Y así es, y si hay algo difícil, no es hacer sonar mi pecho,
es mantener ese sonido hasta que el propio eco 
lo haga reventar.
Y esa chica habría sido capaz de hacerlo, o eso prefiero pensar.
Iba con una amiga, al igual que yo, pero su acompañante
no consiguió captar nada de mi atención. En cambio ella, y su pelo moreno,
el brillo de sus ojos, y el camino de besos que escribían sus pestañas, 
si fueron capaz de hacerlo. 
Mi amigo, ni tan siquiera la vió, otra chica que enseñaba más partes de su cuerpo
fue la que le hizo despistarse. 
Al principio, pensé que la había visto mal, no podía ser tan guapa.
Le avisé, la vió, y él también se quedó sorprendido.
Pero yo no quería mirarla, yo quería presentarme, o ni eso,
pedirla que se quedase a compartir inviernos, o a partir mi tiempo en dos...
Y todo lo que hice, fue reírme con una broma de mi amigo, mientras la veía
junto a su amiga, dar vueltas sobre la mísma estantería de discos.
Ahora me pregunto si quizás dieron tantas vueltas, porque ella pensó lo mísmo...
Menuda estupidez, pensar eso de mí.
Al final, la perdí entre la gente del centro comercial, y en mi cabeza
sólo gritaban la inocencia que despedían sus shorts, 
junto a la invitación de dejar mi vida en su espalda...
Y el chico que venía conmigo, no dejaba de compararla con una cantante comercial,
yo me reía, pero qué cojones, ella no tenía comparación.
Sería una estupidez, aunque capaz soy de hacerlo, volver al Fnac todos los días
con la vana ilusión de volver a verla.
"¡Si la vuelvo a ver, la hablo!" me digo.
Y siempre termino contestandome:
"Javi, nos conocemos desde hace 17 años ya, te faltarían los mísmos huevos
que te faltaron ayer, cuando la tuviste a diez centímetros de tus labios, y ella te tuvo a diez centímetros de los suyos, 
los que tal vez, y sólo tal vez,
podrían haberse pasado la vida contándose secretos."

Pero ya nunca lo sabré, como tantas cosas que nunca podré responder. 



lunes, 20 de agosto de 2012

Sí, se acordaba.

- ¿Qué? No puedes decirme que no.
No puedes decirme que no te gustaba
como te sonreía por las mañanas
mientras llevaba una bandeja de los Simpsons
con un café y tres besos
y desayunábamos juntos en la cama.
Me niego a creerte.
No puede ser, no puedes haber olvidado
la forma en que escribía manías sobre tu espalda...
¿O acaso cerrabas los ojos y no pensabas en mí?
Ahora dirás que ni siquiera te acuerdas 
de la vez en la que tu padre nos pilló
juntos medio desnudos en el ascensor...
¿No te acuerdas?...
Pues yo no puedo olvidarme de como 
cogías el calendario y lo dividías
para que todos los días fueran para dos...
Ni de como me pedías sólo un rato más de besos,
ni de tu pelo cuando te lo ponías detrás de la oreja
ni de tus maravillosos celos.

...

Sabes, supongo que tienes razón, 
ya de qué vale recordar mis manos 
abrazándote por la espalda frente al espejo.
Ese espejo que nos vió tan felices.
Sí, tal vez soy yo, que estoy equivocado
pensé que estabamos hechos a medida...
Déjalo, ya no volverás a decirme
"Javi, son las heridas de los dos"
Y no sigas fingiendo que te importa
todo lo que te estoy diciendo,
seguro que ni siquiera las caricias
eran de verdad. 
Lo mejor será que me vaya.
Yo... sólo espero que no seas feliz con él...
No te atrevas a llamarme cruel...
No te atrevas a llamarme otra vez...

Me dí la vuelta y caminé mirando al suelo varios segundos, luego, me paré, y me giré para ver si ella aún me miraba el culo cuando nos despedíamos, como hacía siempre.

Pero no, ella ya no estaba, sí, se acordaba de todo aquello, y ahora mis recuerdos se borrarían con la saliva de otro.



viernes, 17 de agosto de 2012

¿Te acuerdas?

- Dios, dime que te acuerdas.
Dime que te acuerdas
de las noches que olvidé
en el cajón de tu mesilla.
De los días que pinté,
cuando tú siempre has sido
la chica del blanco y negro.
Dime que te acuerdas
de la forma en la que
te agarraba de la cintura,
con la que contestabas a modo
de un muerdo antes de irte.
O acaso no te acuerdas
de esa camiseta de los Marea
con la que yo me acostaba
y con la que tú te levantabas.
Y qué me dices de tu sonrisa,
sí, exacto, esa sonrisa.
No puedes negar que no recuerdas
como disfrutabas viendome celoso,
hasta del pizzero ese moreno
que nos traía el pedido.
O de como me decías al oído
lo dulces que eran las horas a mi lado.
No puedes haber olvidado
como veiamos la tele desde el sofá.
Cómo perdíamos los domingos
cantandote acompañando
a la guitarra en la cama,
o viendo alguna película romántica,
de esas con las que me abrazabas
porque ahora tenían sentido.
O de las de terror, con las que
yo, me hacía el gracioso,
pero estaba acojonado.
Dime que aún ves en mis ojos
lo que los parques vieron
de tu espalda sobre el césped.
Dime, al menos, que no te has olvidado de mi.

Tranquila, es normal que no te acuerdes, te prometo que dentro de un tiempo, lo recordarás todo.

Me llamo Javi. ¿Y tú?


viernes, 10 de agosto de 2012

¿Qué es crecer?

¿Y qué es crecer?
¿Es independizarse, ser autosuficiente, tener una vida hecha con un trabajo, un coche, y demás...?
Sí, supongo que eso es gran parte del crecimiento, tanto físico como mental...
Pero no nos engañemos, crecer implica cambiar los picos en el parque del instituto, por besos largos en el cine, y éstos, por revolcones en los portales, y más tarde, amaneceres con desconocidas... Y las despedidas antes de que llegase su padre a buscarla, por un adios mientras se cierran las puertas del metro... Y al final, un abrazo en el último aviso para los pasajeros a la hora de embarcar.
Entonces, ¿Qué es crecer?
Pues sí, crecer es adquirir independencia, tener una casa propia, un coche, ser autosuficiente... Pero no te engañes, seguirás bebiendo por las mísmas cosas, seguirás enfadandote por las mísmas cosas, y seguirás llorando como un gilipollas las noches que te sientas solo, las tardes que te digan adios, las mañanas sin "buenos días"...

Conclusión, ¿Qué es?
Una mierda.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Un trozo de mí.

Necesito tu inicial en la piel
es mi forma de limpiar el polvo 
que han puesto sobre tu nombre
cuanto más lo tapan, me siento más solo...
Hace tiempo que no río como contigo,
hace tiempo que no soy tan feliz
como lo fui agarrado a tus hombros.

Con solo dos manos es difícil 
se complica seguir adelante
lo hizo lo mejor posible, por supuesto.
Ahora le va bien, aunque
estoy seguro de que 
se esperaba algo mejor.
Por mi parte,sigo llorando tu risa
eras mi mejor apoyo
y a veces me caigo por no encontrarte.


En las raíces de mi pelo castaño
quedan mechones del oro del tuyo.
En mis ojos tristes, azul y verde
de la forma en la que tú me distes la vida.
En mis dedos, tus huellas dactilares
casi borradas por la guitarra, 
que para mí, es la única forma de hablar contigo.
Les he visto llorar otra vez, 
todos te echamos de menos...

No sé que debo hacer con todo ésto
solo tú tenías las respuestas...
Por desgracia, él ya no es el mismo...
Hace tiempo que dejé de creer 
en muchas cosas que no perciben mis sentidos
pero el amor, se que de algún modo
existe, 
porque lo vi en vuestros ojos.
Y tengo que pensar que hay algo más allá
porque necesito sentir que volveremos a vernos.


Seis luces mezlaban amarillo, naranja y rojo.
Eso fue lo que nos separó.
Me arrepiento de no haberte abrazado más
de no haberte dicho mil cien veces que te quiero.
Pero quiero que sepas, que uno de mis mejores recuerdos
es verte desde la altura de tus tobillos, limpiando la casa, 
cantando y sonriendo, 
al ritmo de una vieja cinta de Luis Miguel.




Otro día, hablaré del escudo que se quedó a mi lado
de el que es, y del que fue
al que todavía, echo más de menos.


http://www.youtube.com/watch?v=mazsdC3Ugls&feature=plcp