lunes, 20 de agosto de 2012

Sí, se acordaba.

- ¿Qué? No puedes decirme que no.
No puedes decirme que no te gustaba
como te sonreía por las mañanas
mientras llevaba una bandeja de los Simpsons
con un café y tres besos
y desayunábamos juntos en la cama.
Me niego a creerte.
No puede ser, no puedes haber olvidado
la forma en que escribía manías sobre tu espalda...
¿O acaso cerrabas los ojos y no pensabas en mí?
Ahora dirás que ni siquiera te acuerdas 
de la vez en la que tu padre nos pilló
juntos medio desnudos en el ascensor...
¿No te acuerdas?...
Pues yo no puedo olvidarme de como 
cogías el calendario y lo dividías
para que todos los días fueran para dos...
Ni de como me pedías sólo un rato más de besos,
ni de tu pelo cuando te lo ponías detrás de la oreja
ni de tus maravillosos celos.

...

Sabes, supongo que tienes razón, 
ya de qué vale recordar mis manos 
abrazándote por la espalda frente al espejo.
Ese espejo que nos vió tan felices.
Sí, tal vez soy yo, que estoy equivocado
pensé que estabamos hechos a medida...
Déjalo, ya no volverás a decirme
"Javi, son las heridas de los dos"
Y no sigas fingiendo que te importa
todo lo que te estoy diciendo,
seguro que ni siquiera las caricias
eran de verdad. 
Lo mejor será que me vaya.
Yo... sólo espero que no seas feliz con él...
No te atrevas a llamarme cruel...
No te atrevas a llamarme otra vez...

Me dí la vuelta y caminé mirando al suelo varios segundos, luego, me paré, y me giré para ver si ella aún me miraba el culo cuando nos despedíamos, como hacía siempre.

Pero no, ella ya no estaba, sí, se acordaba de todo aquello, y ahora mis recuerdos se borrarían con la saliva de otro.



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