jueves, 30 de agosto de 2012

Más rencores que besos.

Si hay algo triste, es descubrir que la persona a la que una vez quisiste, hoy no la puedes ni ver.

Me remonto a mi infancia, me gustaba una chica, no era nada especial
pero a mi me llamaba la atención.
Cosas de niños fue todo lo que hubo, luego, no la volví a ver.
Años después, y tras aprender a vivir en una montaña rusa, me mudé.
Casualmente, ésta chica me agregó a cierta red social que yo usaba
por esa época.
Conversamos, nos reímos, y resultó que vivíamos en el mísmo barrio.
No sé por qué, pero a mi sus ojos me seguían diciendo algo,
y tenía muchas ganas de saciar mi sed de descubrir el sexo opuesto
por primera vez.
Me llevé un rechazo en el primer intento, cosa, a la que como sabéis,
ya estoy acostumbrado.
Dejé pasar un año sin hablarnos, y por las mísmas fechas del año siguiente,
volví a intentarlo, ésta vez, funcionó.
La primera vez que nos volvimos a ver, fue rodeados de amigos.
Por Dios, si me hubierais visto, sin haber besado en serio aún, sin haber tenido
ni siquiera una experiencia que contar.
Era un flan nervioso, por así decirlo.
La tarde pasó como pasan las tardes normales, hasta que todos se fueron,
y nos quedamos solos.
Yo daba rodeos al mundo intentando que no se me notasen los nervios,
al final, ella me besó a mi.
Qué os voy a contar sobre esos meses, fui feliz, eso no lo pueden cambiar.
Y con ella fue la primera vez que me perdí entre unas sábanas.
Pero el reloj gritaba que se me estaba escapando el tiempo,
las camas que no he probado me llamaban,
y las calles me susurraban un poco más de libertad.
Ahí empezó mi pesadilla.
Las dudas han formado siempre parte de mi vida, pero ésta vez se quedaron...
Para siempre.
Empecé a tener de forma enfermiza unos celos a causa de historias que se inventaba,
empecé a no dormir, porque no sabía si realmente quería seguir viviendo en su boca,
empecé a terminar algo que tal vez, no debió haber empezado.
Intentamos dejarlo, pero no salió bien.
Al final, tuve que irme a la otra punta del mundo de viaje durante un mes.
Y encontré las respuestas que buscaba.
Ya no la quería, me quedaba mucho cielo por ver, y quería verlo junto a otros ojos.
Cuando volvimos, lo dejamos. Intenté que no doliese, pero ella se empeñó en complicarlo.
Al final, por unas o por otras, dejamos de hablarnos.
La historia que parecía haber sido escrita por el destino había sido borrada por mi.
Entonces, dejé de creer en todas esas historias bonitas,
dejé de ser el mísmo.
Quedé como el malo de la relación, pero fuí el que más heridas se llevó.
Ahora no soy capaz de estár con nadie, no soy capaz de querer, y
los relojes que en su día gritaron, hoy no me miran,
las camas que me llamaban, hoy no me cogen el teléfono
y las calles que me susurraban libertad, me dicen que me quede en casa.
Ella está con otro chico actualmente, tuve problemas con él, pero no les deseo mal,
espero que sean muy felices, y sobretodo, espero no volver a verles nunca.
El amor, puede ser bonito, pero cuando decide irse, quedan más rencores que besos.
 
Tras beber de algunos labios, que también guardan historias,
ahora, ansío enredarme en otros brazos, aprender de otras sonrisas,
y vivir lo que viví con ella, pero mucho mejor.




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Vamos, no te cortes, como si estuvieras en tu casa.