lunes, 31 de diciembre de 2012

No quería.

No quería terminar el año sin darte las gracias.

Por enseñarme a intentarlo una vez más.
Por darme valor cuando yo ya me había quitado la etiqueta.
Por abrazarme cuando temblaba y me preguntaba los minutos que nos quedaban de vida.
Por darme una navidad en el centro, solos entre tanta gente, y por enseñarme la nieve debajo de las mantas.
Gracias por gritarme sólo para pedirme más.
Gracias por levantarte y servir dos tazas de cola-cao caliente a las tres de la mañana.
Por ayudarme a dormir y darme un beso al despertar.
Gracias por pasarme la pierna por encima y mirarme a los ojos cuando te buscaba.
Gracias por darme la valentía de aceptar que mi casa es donde estamos.
Por los mordiscos en el cuello, y el olor a piruleta del jabón del baño.
Por saciar mi cabeza y darme aire cuando me ahogo.
Por mirar la guitarra tan de cerca y escucharme cantar.
Gracias por entrelazar los dedos de los pies.
Gracias por aceptar la fecha de caducidad, y quererme todo lo que se pueda en el espacio de un segundo.
Gracias por darme la mano para que sepa que estás ahí.
Por agarrarte a mi cintura mientras preparo la comida, y sentarte en la encimera a jugar a la consola.
Por soñar que te pierdo, y al despertar, tenerte a mi izquierda, bajo mi brazo.
Porque no quería terminar el año sin darte las gracias.
Porque no quería terminar el año.

lunes, 24 de diciembre de 2012

No te quiero tanto.

Hoy mi confianza me ha pedido un descanso, ha quedado con mi risa para tomarse un año sabático fuera de casa. Aún puedo quererte. Aún puedo olvidar y afrontar otro fracaso.


Aún puedo olerte sobre la cama, abrazarte en la almohada, y ver los corazones que pintabas sobre el vaho en el espejo.
Hoy he visto los vasos compartidos volcados sobre la mesa, derramando los hielos como una persona que expulsa por la boca todo lo que lleva dentro hasta quedarse completamente vacío.
Vacío, vacío como el bar en el que nos metimos mano, vacío como mi pecho, como tu forma de quererme, como el probador, como nuestra ropa interior en el suelo.
Las butacas del cine donde nos buscamos las palomitas y los pantalones, están a luces apagadas, esperando que vuelvas.
Ya he perdido la cuenta del tiempo que hace que te has ido, quizás días, meses, o un segundo eterno.
Llevo cuatro días intentando tener suerte con la moneda de dos caras, y siempre cae de canto, o se aleja rodando hasta el sofá.
Rodando hasta el sofá, y hasta la cama, y hasta dar con el suelo, eramos un tornado horizontal.
Últimamente Gran Vía está más sola, la casa está más sola, hasta mi soledad te echa un poco de menos.
No llegué a pagar mis deudas con tu espalda, y supongo que por eso te fuiste.
Tal vez fue mi manía de no querer perderte, eso a lo que tú llamabas celos.
Te escribí mil cartas recordándote, y rompí mil cartas olvidándote.


No te quiero tanto, hoy he mirado el calendario, y ya ha pasado mucho tiempo. He llamado a París, por si acaso seguías allí, y nadie me ha cogido el teléfono.



martes, 11 de diciembre de 2012

No sabíamos a dónde huir.

Notaba sus dedos sobre mi piel, subían y bajaban por mi espalda como si dibujasen ciudades.
Me giré, la busqué, arrastré las uñas arrancando a su paso las sábanas hasta dar con su ella.
Maté los centímetros que nos separaban y fingió volverse loca.
Tiró de la manta que caía al borde de nuestro mundo y nos la echó por encima.
Y ya parado frente a sus ojos, se acercó y me mordió el labio inferior, noté su vida en mi boca.
Enredó sus brazos a mi alrededor para impedirme la salida, y cosió su voz a mis pestañas.
No sabíamos a dónde huir, y decidimos quedarnos. 
Y nos echamos a reír... Y a reír... Y a reír.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Carta del futuro.

Cuántos desperdicios, cuántos besos en el borde del retrete que saltaron al vacío, cuántos abrazos murieron en lugar de estrellarse contra el pecho, cuántas embestidas se quedaron mudas en lugar de gemir, cuántas veces debimos juntar las manos en vez de mirar hacia otro lado.

Quién te quitará la ropa que yo debí arrancarte, quién perderá toda vergüenza en tu pelo, quién le dará al play antes de meteros en la cama, a quién le clavas las uñas mientras piensas en mi voz, quién te dice "ya queda poco para volver a vernos" con la misma ilusión que lo hacía yo mientras nos mirábamos.

Dónde se supone que estamos, dónde se supone que quedó la huella de lo que fuimos, dónde están las ventanas que daban a nuestro mundo, dónde están tus manos ahora que ya no tengo nada, dónde ha quedado el cine particular y los platos vacíos, dónde está la tiza de nuestra silueta muerta, nuestra, juntos.


Sé que pude hacerlo mejor, sé que nos quisimos, sé que Madrid nunca fue tan bonito como lo fue contigo,

que nuestra risa seguirá sonando por todos los parques, por todos los callejones y se desbordará en Gran Vía, hasta que ni tú, ni yo, recordemos cómo gritaba.


Gracias por aparecer en mi vida, por darle la vuelta, por recordarme que aún me queda vida, y que aún puedo morir más veces. Gracias por romper los relojes y dejarme sin noción del tiempo, por poner tu cepillo de dientes en el baño de mi cabeza para quedarte hasta que yo anule el contrato. Gracias, eternamente gracias, por el pasado, por el presente, y por hacer eco por la casa.




Hasta siempre, ___________ 

Fdo: Javi, no el de hoy, el de mañana.




 Posdata: Hoy, te quiero.

sábado, 1 de diciembre de 2012

A mi que no me toquen la polla.

Hoy me he despertado mordiéndome la lengua. Hoy tengo algo que decir.

Harto de la gente que dice que estoy enfermo, que veo cosas donde no las hay, que necesito cambiar mi forma de ser.

¿Qué coño me estáis contando?

¿Creéis que para mí es fácil?

En mi educación no han influido dos personas, he sido educado por muchas voces e historias. Y en todas ellas, hubo un factor común: No esperes nada de nadie, da todo lo que puedas, y, ante todo, no pierdas lo que quieres.
Por consecuencias de ésta puta mierda de vida, me quitaron una de las bases sobre las que construí mi castillo, y, tras ese día, sentí lo que significa perder lo que realmente quieres, y lo que es más, perderlo sin poder hacer nada.
¿De verdad pensáis, que para mí, con mi edad, me es fácil vivir?
Pensáis que es fácil vivir dividido en diez corazones y con cada uno yendo a su manera, con cien voces distintas en la cabeza gritando a pleno pulmón, con una capa cristalina sobre las pupilas que me deja ver cómo son las personas bajo la piel en cuestión de un par de días.
Pensáis que no aburre ver a todos tan predecibles, ser capaz de vivir quince minutos más tarde que los demás, conocer las respuestas que te van a dar, y no conocer las tuyas propias.
Pensáis que no es jodido verlo todo desde el subsuelo.
Pensáis que no duele ver desde lejos qué personas tienen amistad con tu pareja y cuáles se la quieren follar, ver quién está enamorado en secreto y quién nunca lo estará. (Y me llaman celoso, aún no me he equivocado con ninguno)
Pensáis que no escuece mirarte al espejo y ver sobre tu piel escamas y algodón. (Y que no vas a cambiar)
Pensáis que no es triste que te llamen pesimista por no admitir que eres realista y llevas razón.
Pensáis que es fácil mirar a tus amigos, y saber que en un tiempo ya no quedará casi ninguno.
Pensáis que la distancia es una nueva droga que fuman los modernos.
Pensáis que me como mucho la cabeza, que viva y ya está. (Pero yo soy más humano)
Pensáis que lo sabéis todo, y que yo también creo que lo sé.

Y es que si algo me molesta, es que me digáis que creo que lo sé todo, puesto que yo, simplemente, juego con un poco de experiencia previa, pero yo también lloro, yo también grito, a mi también me duelen las cosas y me destrozo los puños contra la pared, yo también me siento impotente ante todo lo que escapa de mi voz, yo también me miro al espejo y desearía ser distinto. Yo, todavía no sé una puta mierda de la vida, pero lo que sí he aprendido, es a verlas venir todas desde lejos, aunque no sea capaz de esquivarlas.

No me contéis milongas de que os gustaría acabar con todo, que queréis suicidaros, eso son gilipolleces.
La vida tiene mucho de malo, pero yo aguanto lo malo si a cambio tengo los paisajes en la sierra, el sonido de la guitarra y las voces al unísono, los gemidos y el olor a libro, las sonrisas y los arañazos en la espalda, la poesía en los cuadernos y los besos lentos...


Y los que pensáis que alardeo de vivir en medio infierno, podéis poneros las rodilleras e ir acomodándoos, puesto que vosotros, sois justo los que no tenéis ni puta idea.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Si no te importa...

Nunca me gustaron las despedidas, convertir sentimientos en recuerdos, en ecos del pasado que revientan contra las paredes de las habitaciones, contra las escaleras que suben desde el portal, entre las farolas, contra los escaparates, explotando entre el tráfico.
Nunca me gustó saber que mi piel nunca quedará marcada por última vez por tus uñas, ni la tuya por mis dientes, no me gusta aceptar el final de los principios y el dolor que se queda entre medias.
No me termino de acostumbrar a cambiar de piel cada vez que cambio de labios, de voces, de temblor de piernas y gemidos.
No me gusta el sonido de las puertas del metro al cerrarse y separarnos, ni las matrículas alejándose, no me gusta decir "ya nos veremos" por no tener voz para decir "quédate"
No me gusta no sentir, no me gusta vivir por vivir, la falta de ilusiones y la necesidad de un café por las mañanas, no me gusta buscar en lo malo las sensaciones que necesito para sentirme distinto cada anochecer.
No me gusta admitir que estamos muriendo, que nos rompemos con cada embestida de cariño y cada vez que bajamos la persiana.
No me gusta decirte que a pesar de todo, no puedo. No decirte que no quiero que te quedes, pero cuando te vas, mi pulso baja a las constantes necesarias para no morir.
Nunca aprendí a ganar, y tampoco me llamó la atención.
Nunca sabré lo que es ser feliz más de veinte minutos seguidos, pero he sabido apreciarlos.
Nunca me gustó la sensación de falta de saliva, los dientes que no saben morder, y las manos que no arañan.
No me gusta ser el bueno de la película, y saber que nunca cambiaré de papel.
No he doblado la chaqueta a la vuelta del trabajo, ni he abierto una botella de vino, no he besado demasiado, no he llegado a la curva que da la vuelta, ni a la mitad del camino.

Sé que soy un saco de defectos, de errores, quejas y caras de mal humor, de respuestas bordes y ceguera cuando se trata de mi, pero, si no te importa, ésta noche...

lunes, 19 de noviembre de 2012

Queridos Reyes Magos...

Que se pierdan de una vez las mil formas de perderse, que se callen en la cama las dudas que nos congelan, que la vida deje de venderse en cada esquina y comparta un gramo de suerte con cada mirada perdida en el suelo.
Que dejemos de besar pensando en qué pasará después, que gritemos "quédate" aunque mañana me vaya, que aprendamos de una vez que ninguna persona pertenece a nadie y dejen de matarnos los celos.
Que no se llore si no es de alegría,  y no se folle sin terminar con un abrazo, aunque no sepas ni su nombre.
Que veamos que los demás, también tienen sus problemas, y quizás, con tres sonrisas le demos sentido a los días.
Que no chillen tus bragas cuando empiezo a olvidarlas, y que sepamos lo que pasará antes de querernos otra vez.
Que no haya luz, que no veamos, que aprendamos a observar sin los ojos, que un te quiero sea un te quiero, y no una forma de mentirse.
Que los amigos se queden, y te inviten a otra ronda. 
Que la muerte no nos pille por sorpresa, y nos deje recordar que cuando se vayan, les echaremos de menos.
Que dejemos de señalarnos si no es para dar las gracias.
Que respetemos el silencio de los corazones mudos, y no hagamos oídos sordos a los que nos piden que no les hagamos daño.
Que La Perla nunca cierre.
Que los parques sean la casa de las manos entrelazadas, las cervezas vacías, el rock and roll y los mordiscos en el cuello.
Que el miedo se ahorque por miedo de ser risa.
Que los niños no crezcan entre mierda, y lo que venga tras nosotros, sea una vida mejor.
Que mi hermano sea todo lo bueno que yo nunca podré ser, y mi peor lado, él nunca lo conozca.
Que la vida le de lo que merece a cada uno.
Que las palabras den más miedo que los puños.
Que la ropa deje de llevar etiquetas, y las carteras nunca estén por encima de las caricias.
 

Que a ti, que estás leyendo ésto, se te curen todas esas heridas que tienes aún abiertas, que aprendas que eres más de lo que piensas, que ese reflejo que hay en tu espejo cada vez que te paras delante no sea tu peor pesadilla, y el fango de tu dolor, en el que te revuelcas, se convierta en palomitas, que encuentres mejores blogs en los que perderte, ya que yo no tengo nada para darte, pero si te quieres quedar, aquí tienes un sitio.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Tarde de Noviembre.

Hace mucho frío.
Hace mucho frío ésta noche como para pensar en lo que me pide la piel.
Hace mucho frío como para buscar un ascensor donde terminar medio desnudos.
Hace mucho frío para escribirte poemas con los dientes.
Hace mucho frío bajo el cielo como para irnos a volar.
Hace mucho frío en el azulejo del baño, y a la salida de la ducha.
Hace mucho frío por Madrid, por mi casa, por tus piernas y en mis ojos.
Hace mucho frío como para olvidarte.
Hace mucho frío como para intentar buscar sabores.
Hace mucho frío para planes de película, palomitas y manta, si no se comparten.
Hace mucho frío y temo congelarme.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Hasta el cielo está llorando.

Dicen que hay muros tan altos y tan duros, que no pueden derribarse.
Yo he visto caer al muro que escondía mis miedos, he visto cómo se rompían sus ladrillos,
uno a uno, con el caudal inminente e imparable de los lagrimales.
Sediento de justicia lo he visto hundirse en el barro.
He visto cómo se tejían enredaderas de abrazos sobre él, en un vano intento de impedirlo.
Le he visto desatarse las venas que le unían a las dudas.
He visto caer el muro más fuerte del mundo.

También he visto perder las hojas al árbol milenario del cariño.
Lo vi perder la corteza que tapaba el corazón del querer insaciable.
Vi cómo tiraba la última botella al mar, con un: "Te quiero, nunca llores"
Y callaba la voz de la experiencia cuando el árbol me pedía -en silencio- que cuidase del muro.
Hoy el cielo está llorando, hasta él está llorando.
El árbol cayó, y con él se cayó el muro.

Y aquí estoy, dispuesto a reconstruirlo.


M.M.F.M -De la vida al infinito-



domingo, 4 de noviembre de 2012

Entre hormigones

Las gotas de lluvia resuenan en el cristal de la ventana como un ejército de recuerdos mal curados.
No hay luz en la habitación, y el único sonido que la invade es tu respiración.
Estás sobre la cama con los ojos abiertos, mirando a la nada.
Notas como vienen sus uñas trepando por tus tobillos, notas su pecho detrás, apoyado sobre tus piernas, ascendiendo.
Su vientre te eriza la piel. Su aliento, frío, te roza la entrepierna.
La notas cómo te muerde bajo el ombligo y sigue subiendo. Tú, inmóvil.
Apoya sus manos a ambos lados de tu cuerpo, y se pone a escasos centímetros de tu boca.
Su pelo cae sobre tu cara y se interpone entre vuestros labios.
Se lo recoge en un moño que atraviesa con una de tus costillas.
Ya estás acostumbrado a su dolor, tú ya no sientes nada.
Se acerca a tu oído y lo dibuja con la lengua.
Pone sus dientes en tu cuello y te deja la marca de su boca.
Con la mano derecha te agarra de la nuca.
Te muerde el labio inferior y tira de él, de una forma tan dulce y suave que vuelves a notar todas las partes de tu cuerpo en tensión.
Apoya su nariz al lado de la tuya y te mira, para el tiempo, derrumba la habitación, y juntáis los labios.

Porque a la puta oscuridad, le sobran besos.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Y volvió.

Vaya, tengo las zapatillas llenas de mierda, debería pasarles una toallita o algo, de dónde habrá salido tanto barro... - Pensaba mientras me miraba los pies en un banco del centro de Madrid.
Por no hablar del resfriado que llevo encima, he debido de coger frío por la noche. -Añadí

La gente pasaba arrastrando sus miedos con cadenas calle arriba, otros eran arrastrados por ellos calle abajo. Yo, inmóvil, me limitaba a mirarles.
Con cuántas vidas nos cruzamos al día, y cuántas de ellas podrían hacernos felices...
Con cuántas miradas compartiría mil cafés, mil abrazos, y mil vueltas en la cama, miradas que duran apenas tres segundos, lo que tardan en girar la cabeza y volver a su día a día.
Cuántas veces podría pedirles perdón a las faldas de las mujeres que veo a cada instante, cuántas notas con un "te cambio un "conmigo" por un "ya nos veremos"" podría dejarles en la mesilla antes de irme para siempre. Cuántas canciones podría escribirles a sus "no te quiero" y a sus "quédate por ésta noche"

Me levanté del blanco y dejé de soñar despierto. Subí la calle arrastrando mis dudas cosidas a la espalda, y me paré en un bar que no tenía mala pinta. Mesas de madera y luz no demasiado brillante.
Entré con mi menoría de edad a menos de un año de terminar, y pedí una cerveza con la mejor voz de hombre que pude poner. La camarera era una chica morena de ojos verdes, con un buen cuerpo y una sonrisa tranquilizadora, unos veinte años le eché. Me sirvió la cerveza a pesar de haberme calado desde que entré y me regaló una media luna. Se la devolví con la mejor mueca que tenía, al menos la más parecida a una sonrisa, y un piropo simple pero claro.
Podría compartir una vida con esa chica, al menos eso me transmitió cuando me rozó los dedos al darme las vueltas de mi billete de diez euros.
Me fui con paso decidido a la esquina más oscura de aquel bar, no había demasiada gente, la verdad, era un ambiente tranquilo. Me puse una canción en el Ipod y me dispuse a beberme aquella fría rubia que acababa de pagar.
Habría pasado una media hora cuando me quité los cascos, no necesitaba más peso en la espalda, no me ayudaría para salir del barro.
Di un trago a la cerveza, y al bajar la jarra, vi algo que me sonaba familiar.

- ¿Tantos versos a mi nombre, y pensabas que me iba a ir para siempre? - Dijo una voz femenina.
-  Nos hemos visto alguna vez? - Le pregunté
- No, aún no. - Contestó.

Y sonreí.

martes, 30 de octubre de 2012

Hoy te he vuelto a recordar

Reivindico la razón de no quererte, y me pierdo entre los restos del error.
Por beber de aguas con más veneno que vida, por hacer casa en una parada de autobús.
Y a solas sangraba tu herida a dos mesas de ti, y contigo sangraba tu herida a dos besos de ti.
La voz que te llevaste, es la que hoy impide cualquier recaída.
Empeñada en destrozar castillos construidos sobre tus huellas, vuelves a verte a dos asientos de mi.
Vuelves cuando nadie te ha llamado, vuelves a rescatarte del odio más profundo.
Y nos volvemos a mirar a los ojos, y me pides un principio donde ya no quedan marcas.
Y volvemos a notar el peso de la mirada en la chaqueta, en las manos, en los labios.
Pero ya no queda nada. 
Ni calor, ni palabras sin sonido, ni centímetros prohibidos, ni inviernos a dedos entrelazados.
Tú con tus 365 días, y yo con mis 365 dudas.
Y saltar al vacío con las manos atadas no sería más que un aterrizaje forzoso sobre tierra conocida.
La equivocación del que creía saberlo todo.
La decepción del que creía en la otra persona.
Los recuerdos no son más que cicatrices mal curadas, la espalda en la pared, las caderas sin dejar pasar el aire, los "quédate un rato más" y los "¿y si nos ven?", los portales que saben más de lo que aparentan, y tu forma de mirar por la ventana pensando que así todo se iba a arreglar.


Sí, te miro y nos veo. Sí, estás tan guapa como siempre. 

No, nunca voy a volver, pero hoy te he vuelto a recordar.



sábado, 27 de octubre de 2012

Eres tú, y yo no sé quien soy.

Es nadar a contracorriente. Es no verte en los espejos en los que escribo tu nombre.
Es intentar convencerme de que todo cambiará. Es tiempo al tiempo.
Es paciencia para aceptar que mi voz nunca pudo gritar, y en susurros nadie escucha.
Es aceptar que si no es contigo, dudo que sea con nadie.
Es ver de lejos lo que nadie ve, y querer quererlo.
Es reventar por dentro cada vez que nos miramos.
Es notar las grietas en mi piel, que escuecen cada vez que les hacen sombra tus dedos.
Es hacer de la estación una terraza en verano.
Es beber de Gran Vía minutos divididos.
Es un acorde menor que resbala entre tus dientes.


Pero lo peor, es saber que no me queda mucho como protagonista de tus tardes.
Que sigo luchando contra todo, que sé que eres perfecta para mi.
Y es que tienes tantas cosas...
Tus ruidos entre las hojas de un libro.
Tu espalda entre las mantas.
Tu sonrisa acomplejada que le da complejo al sol.
Tu forma de dibujar razones entre mis dedos.
Tu manera de pintar Madrid de rojo.
Tú, cuando giras la mirada para no ver que el mundo está a tus pies.
Tú, cuando rompes el silencio con un grito en cualquier bar.
Tú, cuando me dices que sigues aquí, y yo me quedo mudo.
Tú, cuando busco la salida a un zulo y aparecen tus ojos dándome una puerta.
Tú, cuando mi mundo se hace añicos, tan sólo quedas tú en pie.



Y yo, aquí sigo, en punto muerto. Pensando en que sólo seré otro de esos que duraron
unas semanas a tu lado, se cansaron, y se fueron, y la realidad es que nunca había querido
querer tanto a alguien como me gustaría hacerlo contigo, que me encantaría enamorarme a ciegas, y que le den por culo al mundo.
Nunca me había sentido tan mal por no sentir lo suficiente,
nunca había dicho que había conocido a la mujer perfecta, ni lo diré, pero teniéndote a ti, quién quiere mujeres perfectas.

Eres esa personas que la gente ve a diario, y no se da cuenta
de que nadie en el mundo es comparable a ti.

Y yo, yo soy un gilipollas.

sábado, 13 de octubre de 2012

Puntos de control. (Check-points)

Soy de los que, cuando ella se va, no se quedan a mirar, estoy harto de coleccionar matrículas y vagones alejándose. De los que cuando dan el beso de despedida, lo dan como si fuese el último, porque nunca sabes si lo será realmente.

Tan sólo quiero un camino fácil, una forma de no tropezarme, de no ir a ciegas en todo lo que hago.
Tú me hablas de estár a mi lado, y yo escucho: "Sé que me vas a hacer daño".
Que al igual que tengo impulsos de no quererte, los tengo de atarnos con cadenas y no separarnos más.
Que lo peor es ver(nos)te haciendo eco por la casa. Que en veinte horas, en tan sólo veinte horas, has conseguido que rompa algunos miedos.
Ya he perdido la pista de tu olor en mi almohada, y el edredón se niega a dirigirme la palabra.
Mientras, busco restos de tus labios dibujándote con la lengua sobre los míos.
Que todo lo que tengo es un cuerpo vacío.
Que nadie nota más el espacio del hueco dentro de mi pecho, y a nadie le duele tanto como a mi. 

Las lágrimas no son más que mi forma muda de demostrarte que no hay nadie que quiera ésto más que yo, pero te veo desvanecerte, y me veo sentado, mirando, sin hacer nada, simplemente murmurando que es lo que me toca, y que tú mereces algo mejor.
Veintidos horas del día te tengo dando vueltas en la cabeza. Las otras dos, duermo.
No consigo encontrar el camino, hay un SÍ latente y que rezuma razones y verbos en primera persona del plural, y por otro lado, hay un NO inerte que no me deja respirar, que se encarga de convertir esos verbos a primera persona del singular y añadirles "solo" detrás de cada uno.
Que estoy harto de jugar la vida en el nivel más complicado, teniendo que ser fuerte por cojones, aprendiendo a convertir los mares en charcos para poder salir corriendo.Ya me he cansado de andar desafinado entre la gente, de destacar por cómo soy a medias, y terminar dejando huellas con heridas en la vida de quien se digna a acercarse un poco a mi piel.

Que el final de ésta partida es el endpoint, y yo aún no he llegado a los check-points.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Siempre vas tan guapa, recién levantada, cuando sales de la ducha, cuando te arreglas para salir, cuando llevas toda la mañana en el sofá...
Sé lo que es morir al notarte unida a mi por los labios, y sé lo que es volver a nacer cada vez que te separas para volver a besarme.
Madrid te ha visto pasear y sonreír, y se rió contigo.
Mis manos, ya se han aprendido las vías de los trenes que terminan su trayecto en tu ombligo, y mis dedos, el puerto al que van los barcos con destino a tu sexo.
Que el reflejo de tus ojos es mi espejo al despertarme, y tu boca, las ganas de quedarme en la cama.
Te he llenado de notas la nevera, recordándote que te quiero, y he vacíado del cajón los recuerdos inservibles para hacer hueco a tu ropa interior.
He hecho reformas en mi pecho, para hacer una habitación más, por si alguna noche te apetece quedarte.
Y te digo mil veces:
"Eres perfecta, y aún así, no te das cuenta."


http://www.youtube.com/watch?v=H2IpNgu0oHs

domingo, 7 de octubre de 2012

Cáscara de piel.

Te veo, claro que te veo.
Estiro los dedos y puedo tocarte, puedo dibujarte besos en la cara, puedo hacer líneas en tu espalda, y agarrarte como si estuviese entrando una ventisca por la ventana.
Pero... ¿Te siento realmente?
Mi voz, hace eco en el pecho. Si cierro los ojos, puedo verte pasar desnuda por mi cabeza, y puedo verte sentada, hablándome del color del cielo.
Si los abro, puedo verte vestida en mis retinas, y puedo verte de pie, hablándome de la vez que te emocionaste viendo una película de dibujos.
Y te abrazo, y te abrazo, y te abrazo.
Y subo las escaleras que bajé para dejar hueco a los días entre los dos, y cada escalón es un acorde menor, una luna rota, una marea baja.
Muevo las hojas que componen mi diario del presente, la tinta se ha corrido como el sudor que dice que sobran capas de ropa. Echo un vistado a las del pasado, y aún siguen ardiendo, no puedo tocarlas.
Por último, me da por abrir el del futuro. Vacío. No hay nombres de cinco letras, ni sentimientos de cuatro, ni espacios de tres roces con dos besos y un te quiero.
Enciendo la luz, como el que busca agua en el desierto, y te tengo delante.
Puedo verte demasiado bien.
Apago la luz, como el que ansía no escuchar el ruido de los trenes llenos de despedidas.
No te veo, pero sé que estás ahí.

Quizás la solución sea estrellarme contra tí, con la esperanza de ser dos rocas capaces de hacer fuego.

sábado, 6 de octubre de 2012

Ventana al polo norte.

Abrí los ojos y la ventana. Quería sentir el frío.
Me tapé con el edredón hasta la cabeza y saqué un pie por una de las esquinas, dejé que entrara el aire.
Y así fue, pasó entre los dedos de mis pies, se entretuvo en la rotonda de mis tobillos, subió lentamente por la pierna y se coló por mi pantalon corto, subió pasando la curva que dibujaba mi tripa tras mi sexo, rodeándome completamente por debajo de la camiseta, me fue escarchando cara poro de la piel, era una mañana de un invierno en pleno invierno, escribió una caricia en mi pecho antes de llegar a mi cuello y darme una bocanada de hielo hecho aire.
Empezaron a baliar al ritmo de semicorcheas mis pies, luego mis piernas, el torso, las manos...
Me rodeé a mi mísmo con los brazos intentando generar calor propio y luchar contra el bajo cero de la capa que cubría mis músculos.
Solté el aire de mis pulmones a la mísma velocidad que un globo aeroestático pinchado en lo más alto de su viaje, y lo recuperé con el choque de los dientes inferiores y los superiores al compás de mi labio temblando.
- Qué frío hace - Murmuré.
Y entonces, ella, me abrazó.


lunes, 1 de octubre de 2012

Noches de cintura.

Llovía. Las gotas fueron mi despertador de madrugada. Abrí los ojos, y me encontré con su pelo sobre la almohada. Estaba acostada de lado, por lo que veía perfectamente la línea que dibujaba su columna vertebral perderse bajo el edredón. Me incorporé e intenté sin éxito alcanzar el móvil para ver la hora. Me destapé, y conseguí agarrarlo. Las tres. Lo dejé y bajé de la cama, mi boca estaba en reserva de saliva, necesitaba beber algo. Bajé a la cocina, ya que ese fin de semana no había nadie más en casa. Abrí la nevera y saqué una botella de agua fría y un paquete de jamón york. Es curioso el hambre que tengo a veces de repente. Di varios tragos a la botella y me comí un par de lonchas de jamón. Después, llené un vaso de agua y lo subí a la habitación. La moví el pelo con los dedos y la di un beso en la mejilla.
- ¿Quieres agua?
Movió con un gesto afirmativo la cabeza. Tras beberse el vaso de agua, lo dejé en la mesa y subí a la cama.
Me tapé con el edredón, ya que estabamos semi desnudos, y hacía frío. Noté sus manos abarcando el terreno de mi tripa hasta trazar un semicírculo sobre mí, y apoyó la cara sobre el hueco que hacía mi hombro al poner la mano bajo ella, y meter dos dedos en el lateral de sus bragas.
Pasaron unos minutos y yo seguía conversando con mi imsomnio, a diferencia de que ésta vez, no estaba sólo en el colchón. En mi espalda quedaban las marcas de sus uñas, que arrastraron consigo algunas cicatrices pasadas, y me escocían al apoyarme sobre ellas. Un dulce y mínimo dolor.
Disfruté de cada segundo que marcaba su respiración. Me pasé las tres horas restantes dibujando garabatos donde terminaba su espalda.
Ella, aún en sueños, se estremecía con cada paso de mis yemas, y contraía los dedos de los pies.
A las seis de la mañana conseguí caer dormido aproximadamente dos horas.
A las ocho, me levanté y preparé dos Cola Cao y dos zumos de naranja.
Metí un dedo en el mío, todavía sin azúcar, y subí a despertarla. Le rocé los labios con el dedo mojado, y puso la mísma cara que un bebé al probar la cantidad cítrica de un limón. En ese momento, la besé, y su expresión fue borrada por una sonrisa.

- ¿No me traes el desayuno a la cama? - Me dijo.
- Sí claro, para que lo pongas todo perdido - Contesté entre risas.

Me bajé de la cama y la hice un gesto para que me acompañase. Justo al tocar el suelo, puso sus manos en los lados de mi cara, y me devolvió el beso, terminándolo en un mordisco en el labio inferior.
Bajamos y compartimos el desayuno entre cereales, galletas, manchas de chocolate en la nariz y dibujos en la tele.
Luego, se dió una ducha, en la que aproveché y le pedí que compartiesemos el agua caliente. Aceptó con otra media luna, y un lunar de Cola Cao en la nariz. Nos vestimos después, y la acompañé hasta el metro.
Volvimos a besarnos y nos recordamos lo que nos importabamos.
Luego, se fué.
Aún recuerdo sus ojos girándose y diciéndome "Sé que me estabas mirando el culo".

 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Tantos males tan deprisa, y tengo que parar para aprender a ser feliz.

Suelo acelerarlo todo por mis ganas de sentir.


Pero, ¿puedo sentir?.
Hace tiempo que mi piel, ansía inevitablemente el roce de otra piel, el roce constante de un abrazo, de alternar entre los brazos y el tacto de las sábanas, de una mano escurridiza y curiosa en el terreno de una camiseta...
Da igual cuantas veces lo intente, sigo sintiéndome vacío, da igual con quién, sigo sintiéndome solo.
Tengo que aprender a no presionar la llamada de París, ni el ritmo de dos latidos al compás de un mordisco en la oreja...
Tengo que aprender a dar los besos con el freno de mano echado, y a pedir, por favor, que me enseñen a querer.
Que el principal problema es el miedo que parte desde un beso en la mejilla, hasta que su paraíso diga que no soy suficiente.

Que la voz que quiero oír, es la suya, y no las de mi cabeza.
Que no tengo que quererte ya, que no sé si voy a poder quererte, que no tienes que quererme ya, que no tienes por qué hacerlo.
Aceptar, que tras ésto, salga bien, o salga mal, no voy a volver a ser el mísmo.
Que siento las agujas del reloj en la garganta, y sólo noto que cesan cuando no hay caminos de aire.
He vuelto a madrugar, y las mañanas a mi lado se me hacen eternas.
Que necesito emborracharme, que necesito probar lo que dije que no haría, que necesito no ser yo por un momento.
Que quiero que me quieran, y quiero querer queriendo.
Que pierdo lo que tengo, y lo que pierdo, lo pierdo a la primera.
No hay playas con mis huellas, ni hoteles con mi guitarra sonando en la terraza, que no hay bragas en la lámpara, ni dos voces en la ducha, que no hay parques ardiendo, ni cervezas por la casa.
Que se supone que todo tiene que ir a su tiempo, pero yo no tengo hora.





Tantos males tan deprisa, y tengo que parar para aprender a ser feliz.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Sonrisas de papel.

El charco hace nacer un mar dentro de la zapatilla, mi pelo deja caer gotas sobre mi cara, y yo las dejo morir entre los dientes, las manos, en los bolsillos, intentando mantener el movimiento de la circulación. Me cruzo con medias mentiras, con cáscaras humanas, con aceras abandonadas por la inocencia de un beso en la mejilla, y parques que, por su localización, nunca vivirán el roce de dos cuerpos jóvenes y enamorados con ganas de tenerse.
Ya van tres pestañas menos, debo estár quedándome sin ellas. "Que todo funcione" pienso antes de soplar la tercera. Otro deseo más.
Veo la caída desde una mampara de cristal cercana a la valla de un puente. Vaya vistas, pienso, seguro que a ella le encantarían.
Dejo pasar el día entre dudas y dolores de garganta y oídos. Subo al bus, dirección vuelta a casa, y mientras miro su foto, me pregunto qué me depara el futuro, si ella está en él, o nuestras tripas, se olerán, y echarán a correr.
Miro a la derecha y veo a una de las pocas personas que considero amigo, miro hacia atrás, y veo a una chica con la que compartí horas hace tiempo.
Por qué se me hará tan difícil encajar, por qué siempre me siento distante a todo, y siempre pienso que todos utilizan una máscara conmigo, que en realidad nadie me soporta, y que mi futuro será ir saltando de brazo en brazo, de amigo en amigo, de caricias en caricias... Esperando a que se agote el tiempo que tengo con cada persona hasta que se da cuenta de que no merezco la pena.
Bajo del autobús y entre las gotas de lluvia escribo a duras penas un mensaje a una amiga, la cual sólo intenta animarme, y a la que yo se lo agradezco de todo corazón.
- Vamos Javi, qué coño te pasa, tienes casi todo ahora mísmo, mañana tienes un sábado perfecto, tienes amigos y amigas que te apoyan y te quieren, de qué cojones te estás quejando - Me dice el espejo del salón.
Yo, no puedo hacer más que agachar la mirada y meterme en mi cuarto.
Abro la litera, desengancho las cuerdas, me quito la ropa, y me tumbo.
La cama está fría, así que me tapo con el edredón.
Miro hacia el lado, y veo lo bien que podríamos estár juntos tumbados aquí.
Tú, siempre cansada, dormida a mi lado.
Yo, siempre curioso, buscando con caricias tu pulso por la tripa.
Vuelvo a la realidad.
Ambos aún no sabemos nada, no debería montarme éstas historias cuando ni siquiera sabemos si queremos vivirlas.
Me bajo de la litera y pongo una canción para animarme, me tomo un par de pastillas y vuelvo a construir una sonrisa falsa.
Total, ya no se me hace difícil.

martes, 25 de septiembre de 2012

Pongamos que hablo de Madrid... en tus ojos.


Hoy hace viento en Madrid. Noto cada golpe del aire, que me levanta la chaqueta, como si me desarmase. La dejo caer de los hombros arrastrada por la mochila, como cuando separo de mi cuerpo mi armadura ante la primera palabra tierna que me dices.
Lo difícil no es ser una burbuja, lo difícil es ser capaces de dejar de serlo, para hacer una juntos.

Algo en mi piel, me dice que en cuanto te vea dejaré de pensar en todo lo malo que puede pasar, y en mis ojos no cabrá más que tu imagen reflejada. Algo en mi cabeza, me dice que somos demasiado distintos, a pesar de ser iguales. Reconozco que estoy asustado. Tú tienes tu mundo, y en tu mundo no me necesitas, ni necesitas alguien como yo. Te mereces algo mejor, alguien que te haga feliz, y yo no puedo.

No quiero experimentar el camino más fácil del amor con tu imagen en mi cabeza, te quiero a ti. Recordándome todo eso que hace tanto tiempo que no siento, y ayudándome a no tropezar con los miedos
que me chillará tu ropa en el momento en el que toque el suelo, con las dudas que me morderán cuando, por un roce casual del tránsito de la gente, se rocen nuestros dedos.

Entiendo, que tu pelo es libre de apoyarse en el pecho que él quiera, que tus ojos, son independientes de mirarse en los que gusten, y que tus pasos, siempre estarán dispuestos a separarse de mi.

Quiero vernos morir un poco más con cada despedida, y nacer de nuevo con cada "-Te quiero - Y yo a ti."

Pero siento que apostar mis besos al número par de la ruleta de tu espalda, es inútil, porque siempre habrá otros mejores dispuestos a perderlo todo al rojo de tu pelo. Quizás no tanto como yo, pero tal vez suficiente para ti.
Sé que el tiempo hace rozadura, y que por mucho que nos abracemos, todo termina, pero quiero ponerle tu nombre a mil canciones, y recordarte en cada escenario como algo que me devolvió la vida.

No sé lo que es escucharte a tres centímetros de mi boca, ni hablarte delante de un café. No sé lo que es sentirte agarrada a mi cuerpo, y oírte decir que estás feliz de verme. No sé lo que es cantarte, ni dibujar tu nombre al lado de un corazón en una hoja de cuadros. Tampoco sé lo que es mirarte más allá de las pupilas de cristal en la pantalla. No sé lo que es besarte mientras la lluvia nos empapa. Ni sé lo que es abrazarte veinte segundos antes de soltarte en la estación. No lo sé, por tanto, no voy a decir que te quiero, no pienso decir que te necesito, y no pienso ocupar el lado débil de la cama. Pero ten claro, que estoy deseando saberlo.









jueves, 20 de septiembre de 2012

Ni siquiera ella.

Y su piel, la de versos que me dijeron sus poros..
Y sus manos, gobernando el ejército de escalofríos
que subian por mi espalda, dispuestos a invadirme.
Sus labios, la de besos que robé a cambio
de pedirle la reventa.
La cascada de mordiscos que desembocaba en su sexo.
El jugar al escondite por la cama con los dedos de sus pies.
Y rendirme al pilla pilla con sus abrazos.
El espejo que la veía peinarse todas las mañanas.
Y la alfombra en el suelo que la despeinaba
cuando yo me despertaba.
El surco que quedó de naufragar tu pecho.
Y el plano aéreo del techo viéndonos dormir.
Mis ronquidos, tus palabras a ojos cerrados,
las manos entrelazadas sin que nos diésemos cuenta.
Las horas clavadas como cristales en las uñas
que pedían un ratito más en el sofá, tumbados.
Su culo desde lejos, diciéndome adiós.
Su pelo, que gritaba que ya nos veríamos.
Sus ojos, diciéndome por última vez, que debía sonreír más.

Y entonces, me di cuenta, de que hasta la desconocida me había abandonado.



domingo, 16 de septiembre de 2012

Si Gran Vía fuese un tobogán de besos.

Si pudiésemos morder nuestros miedos, si pudiese meterme en tu cuerpo junto al ruido que genera un beso, y arrancarte de las entrañas todo lo que nos impide saltar de cabeza a la piscina de tu pecho, sin preocuparnos de caer mal, y hacernos daño.
Si pudieses hacerme creer que nadie se meterá entre nosotros, porque no están a mi altura, y hacerme no dudar de todo lo que hago... Si pudieses...

Si tu piel, no necesitase más que estár cerca de la mía, si mis dedos, tuviesen como mayor afición perderse por tus recovecos...
Si me enseñases a quererte, si me ayudases a luchar contra mis instintos, contra los relojes que dicen que se me está escapando la vida, contra todos los expertos del corazón que me dan consejos que ellos no siguieron en su momento...
Si Gran Vía fuese un tobogán de besos, y Callao hablase para pedirnos que volviésemos a bajar una y otra vez.
Si al mirarte, mis ojos brillaran como cuando de pequeño ibas a comprarte un juguete nuevo.
Si al mirarme, vieses en mis ojos todo lo que encierran, y quisieses vivir en el parque de atracciones de mis labios...
Si tu ropa interior me clavase las uñas a la vez que me dice te quiero...

Pero a pesar de todo, somos dos cubitos de hielo que anhelan el calor del otro, pero tienen miedo de terminar derritiéndose.




domingo, 2 de septiembre de 2012

Algún día tendrás nombre.

-¿Me abrazarías?
- Pues claro.
-¿Sólo eso?. ¿Soy lo primero que ves al despertar, y sólo me abrazarías?
-Tienes razón, tras abrazarte desayunaríamos besos en la ducha, luego, un café
con esencia de tu espalda en la alfombra, y para terminar, un mordisco en el cuello.
-¿Y ya?
-No, saldríamos a comer fuera, a un restaurante con clase, nada de tonterías.
-¿Un KFC?
-¡Pues claro!. ¿Lo dudabas?. Más tarde, te compraría una de esas rosas 
que vende el chino en la puerta del Corté Inglés, que siempre me ha dado mucha pena.
En el autobús, me dedicaría a jugar con tu pelo todo el camino. Iríamos al cine, 
a ver una romántica con la que ganaría algunos mimos a la hora de dormirnos de nuevo.
Al salir de éste, haría el idiota con el cubo de palomitas en la cabeza, sólo para sacarte una sonrisa.
Y al llegar a casa, hacemos la cena juntos.
-¿Dos cervezas, patatas y aceitunas?
-Sí, pero con los cuencos transparentes, esos tan "cool". Y para terminar, te cantaría unas canciones en la terraza, y luego hablaríamos en la cama hasta que te duermas.
-Pero Javi, no tenemos terraza.
-Ya. Ni tú y yo nos conocemos todavía.


viernes, 31 de agosto de 2012

Miedo a luchar contra la soledad.

Tengo miedo. Siempre se tiene miedo.

 

Tengo miedo de que mi barrio sean tus ojos.
De que las calles donde me pase los días, sean tus labios.
De quererte poco a poco.
De quererte demasiado rápido.
Tengo miedo de compartir el espacio de mi ducha en dos.
De no dormir por verte tumbada a mi lado.
Me asusta el hecho de que tus manos sean las únicas 
capaces de hacerme sentir placer.
Tengo miedo de verme preguntandome si habrá alguien 
después de ti.
Tengo miedo a que lo que hoy son buenos recuerdos,
terminen siendo compartidos, y se rompan.
Me da miedo que las canciones que hoy me emocionan
mañana me recuerden a nosotros.
Tengo miedo de que mi semen sea causa de camas equivocadas.
Tengo miedo a que tu pelo sea el único sitio donde viva
mi voz.
Me asusta compartir el primer rayo de sol.
Tengo pánico a que el sofá no quiera otras piernas estiradas,
tal que las tuyas apoyada sobre mi.
Tengo miedo de que escribas una historia inolvidable.
Tengo miedo de dejar de quererte mañana.
Me asusta tenerte. 
Me asusta perderte.
Me da pánico tener que buscarte al fondo de un vaso.
Y me da miedo encontrarte entre acordes y versos.
Tengo miedo de no saber como crear una risa inevitable
en mitad de un llanto.
Tengo miedo de ser el protagonista de ellos.
Tengo miedo de dudar.
O de estár seguro de todo.


Tengo miedo de conocerte, o de darme cuenta 
de que ya estás a mi lado.

jueves, 30 de agosto de 2012

El mundo tras mis ojos.

Una de las cosas que siempre me ha dado por imaginar, es la típica escena
en mitad de una calle enorme, tal como Gran Vía, repleta de gente andando 
en dirección contraria a la mía, y en medio, destacando entre todos, 
una chica llorando. Entonces yo me acercaría y...


Serían más o menos las nueve de la noche, ya estaba oscuro
pero la luz de los neones de la Gran Vía dejaban ver con claridad
cualquier detalle que hubiese.
La música sonando en mis cascos creaba en mis ojos un mundo para mí solo.
Todos, o la gran mayoría iban en dirección contraria a la mía.
Yo, miraba mis zapatillas, primero una, luego otra... andando contra todos.
De repente, levanté la mirada y la vi. 
Estaba en mitad de la multitud, mirando al suelo... tan guapa...
Al acercarme, ví una lágrima que se suicidaba en su labio inferior
y moría ante el paso de su lengua, que la borraba de éste.
Normalmente, habría seguido mi camino de vuelta a casa,
pero algo me hizo pararme.
Me quedé delante de ella, soportando los codazos que me daba la gente
que andaba por la inmensa calle del centro de Madrid.
La agarré las manos, estaban heladas, me miró extrañada.
¿Estás bien? Le pregunté.
Sin decir nada, se limitó a abrazarme. Yo, también lo hice.
Me miró por primera vez a los ojos, la separé de mi cuerpo,
y arrastré con los dedos el maquillaje corrido por las lágrimas.
Tranquila. Susurré. Pero ella pudo oírme.
No necesitabamos un sitio más tranquilo, no necesitabamos nada
en ese momento, sólo estabamos ella y yo.
De nuevo, la di la mano y nos sentamos a un lado de la calle.
Y durante una hora, debatimos sobre temas tan importantes
como el sabor del regalíz, y las mil formas de mirarnos.
Tenía que irse, tenía que irme.
Nos levantamos, la agarré con una mano de la cintura
y la otra la perdí en su pelo. Luego, en pleno invierno,
vi la primavera en sus labios.
Me preguntó mi nombre. La volví a besar. 
La pedí entonces, que cerrara los ojos y contara hasta diez.
Al abrirlos, yo me había perdido entre la gente, y no nos volvimos a ver.

Cuándo lo conté, me dijeron por qué lo había hecho. Miedo, contesté,

ella era la mujer con la que me despertaría todos los días, y aún era muy joven.




Varios años después, estaba preparando mi primera maqueta, 
era mi segunda actuación en la sala Galileo Galilei, estaba cumpliendo mi sueño,
y antes de empezar la canción que llevaba su nombre, decidí mirar al público...

... Y entonces...

Más rencores que besos.

Si hay algo triste, es descubrir que la persona a la que una vez quisiste, hoy no la puedes ni ver.

Me remonto a mi infancia, me gustaba una chica, no era nada especial
pero a mi me llamaba la atención.
Cosas de niños fue todo lo que hubo, luego, no la volví a ver.
Años después, y tras aprender a vivir en una montaña rusa, me mudé.
Casualmente, ésta chica me agregó a cierta red social que yo usaba
por esa época.
Conversamos, nos reímos, y resultó que vivíamos en el mísmo barrio.
No sé por qué, pero a mi sus ojos me seguían diciendo algo,
y tenía muchas ganas de saciar mi sed de descubrir el sexo opuesto
por primera vez.
Me llevé un rechazo en el primer intento, cosa, a la que como sabéis,
ya estoy acostumbrado.
Dejé pasar un año sin hablarnos, y por las mísmas fechas del año siguiente,
volví a intentarlo, ésta vez, funcionó.
La primera vez que nos volvimos a ver, fue rodeados de amigos.
Por Dios, si me hubierais visto, sin haber besado en serio aún, sin haber tenido
ni siquiera una experiencia que contar.
Era un flan nervioso, por así decirlo.
La tarde pasó como pasan las tardes normales, hasta que todos se fueron,
y nos quedamos solos.
Yo daba rodeos al mundo intentando que no se me notasen los nervios,
al final, ella me besó a mi.
Qué os voy a contar sobre esos meses, fui feliz, eso no lo pueden cambiar.
Y con ella fue la primera vez que me perdí entre unas sábanas.
Pero el reloj gritaba que se me estaba escapando el tiempo,
las camas que no he probado me llamaban,
y las calles me susurraban un poco más de libertad.
Ahí empezó mi pesadilla.
Las dudas han formado siempre parte de mi vida, pero ésta vez se quedaron...
Para siempre.
Empecé a tener de forma enfermiza unos celos a causa de historias que se inventaba,
empecé a no dormir, porque no sabía si realmente quería seguir viviendo en su boca,
empecé a terminar algo que tal vez, no debió haber empezado.
Intentamos dejarlo, pero no salió bien.
Al final, tuve que irme a la otra punta del mundo de viaje durante un mes.
Y encontré las respuestas que buscaba.
Ya no la quería, me quedaba mucho cielo por ver, y quería verlo junto a otros ojos.
Cuando volvimos, lo dejamos. Intenté que no doliese, pero ella se empeñó en complicarlo.
Al final, por unas o por otras, dejamos de hablarnos.
La historia que parecía haber sido escrita por el destino había sido borrada por mi.
Entonces, dejé de creer en todas esas historias bonitas,
dejé de ser el mísmo.
Quedé como el malo de la relación, pero fuí el que más heridas se llevó.
Ahora no soy capaz de estár con nadie, no soy capaz de querer, y
los relojes que en su día gritaron, hoy no me miran,
las camas que me llamaban, hoy no me cogen el teléfono
y las calles que me susurraban libertad, me dicen que me quede en casa.
Ella está con otro chico actualmente, tuve problemas con él, pero no les deseo mal,
espero que sean muy felices, y sobretodo, espero no volver a verles nunca.
El amor, puede ser bonito, pero cuando decide irse, quedan más rencores que besos.
 
Tras beber de algunos labios, que también guardan historias,
ahora, ansío enredarme en otros brazos, aprender de otras sonrisas,
y vivir lo que viví con ella, pero mucho mejor.




martes, 28 de agosto de 2012

Carta de agradecimiento.

Me froto la cara con ambas manos, en un intento
de sentirme menos vacío.
Doy un trago a una botella de agua caliente
que hay en la mesa, al lado del plato de la cena de ayer
y un vaso volcado junto al móvil en silencio.
Me voy al baño de mi habitación, abro la puerta
apoyo las manos en el lavabo y abro completamente los ojos
por primera vez ésta mañana.
Debería quererme más, o eso me dicen todos.
Subo la mirada desde el suelo hasta el espejo
y dejo que el azul y el verde de mis ojos se mezclen
al contacto con la luz.
Me paso el día tirado en el sofá, con la mayor aspiración
de llegar a la cama sin aterrizar contra el suelo.
Doy vueltas a lo que ya le he dado vueltas,
y sigo sin encontrar que falla, hay demasiados problemas
en mi cabeza, y ni siquiera me apetece hablar de ellos.
Vuelvo al espejo otra vez, nada ha cambiado,
quizás un poco más de ojeras por el transcurso 
de las horas y la falta de descanso.
¿Por qué soy así?
¿Por qué coño soy así?
¿De verdad mi virtudes contrarestan mis defectos?
Y de ser así, ¿Cuáles son esas virtudes?.
Dios, ésto es una mierda.
Me siento en la silla, la puta mísma silla
en la que dejo pasar las horas frente al mísmo ordenador.
Un mensaje en twitter y un comentario en el blog, 
casi consiguen animarme.
Tras ver su nombre en twitter, supe quién es.
La contesto cordialmente y de forma simpática, como suelo hacer
siempre que alguien me dice su opinión respecto a mi blog,
a mis videos, o a cualquier cosa que haga.
Casualmente, hoy había arreglado el monitor, y veía los colores bien,
dentro de lo que me permite mi daltonísmo, claro está.
Al abrir su perfil, y ver su foto, hubo algo que me congeló.
Sus ojos, verdes, los ojos verdes más bonitos que había visto en mucho tiempo.
Sonreí. Apagué el ordenador, abrí la litera, me acosté en mi cama,
y me quedé reflexionando mirando al techo:
Da igual lo gris que esté el cielo, siempre habrá unos ojos dispuestos
a colorearte las paredes de tu celda, para que te acuestes con una sonrisa.

Ella para mí, es una seguidora de twitter, yo, para ella, exactamente lo mísmo, y ni de lejos intento que eso cambie, pero no podía no darle las gracias por esos tres segundos que estuve sonriendo.

Hoy, ya son en vano, porque mi celda vuelve a ser gris, y por si fuera poco, ni puedo tocar la guitarra.

domingo, 26 de agosto de 2012

Tal vez, y sólo tal vez.

Como dice Marwan, el verano,
es una época en la que me acostaría con todas las mujeres,
pero seguiría queriendo a la mísma.
Y así es, y si hay algo difícil, no es hacer sonar mi pecho,
es mantener ese sonido hasta que el propio eco 
lo haga reventar.
Y esa chica habría sido capaz de hacerlo, o eso prefiero pensar.
Iba con una amiga, al igual que yo, pero su acompañante
no consiguió captar nada de mi atención. En cambio ella, y su pelo moreno,
el brillo de sus ojos, y el camino de besos que escribían sus pestañas, 
si fueron capaz de hacerlo. 
Mi amigo, ni tan siquiera la vió, otra chica que enseñaba más partes de su cuerpo
fue la que le hizo despistarse. 
Al principio, pensé que la había visto mal, no podía ser tan guapa.
Le avisé, la vió, y él también se quedó sorprendido.
Pero yo no quería mirarla, yo quería presentarme, o ni eso,
pedirla que se quedase a compartir inviernos, o a partir mi tiempo en dos...
Y todo lo que hice, fue reírme con una broma de mi amigo, mientras la veía
junto a su amiga, dar vueltas sobre la mísma estantería de discos.
Ahora me pregunto si quizás dieron tantas vueltas, porque ella pensó lo mísmo...
Menuda estupidez, pensar eso de mí.
Al final, la perdí entre la gente del centro comercial, y en mi cabeza
sólo gritaban la inocencia que despedían sus shorts, 
junto a la invitación de dejar mi vida en su espalda...
Y el chico que venía conmigo, no dejaba de compararla con una cantante comercial,
yo me reía, pero qué cojones, ella no tenía comparación.
Sería una estupidez, aunque capaz soy de hacerlo, volver al Fnac todos los días
con la vana ilusión de volver a verla.
"¡Si la vuelvo a ver, la hablo!" me digo.
Y siempre termino contestandome:
"Javi, nos conocemos desde hace 17 años ya, te faltarían los mísmos huevos
que te faltaron ayer, cuando la tuviste a diez centímetros de tus labios, y ella te tuvo a diez centímetros de los suyos, 
los que tal vez, y sólo tal vez,
podrían haberse pasado la vida contándose secretos."

Pero ya nunca lo sabré, como tantas cosas que nunca podré responder. 



lunes, 20 de agosto de 2012

Sí, se acordaba.

- ¿Qué? No puedes decirme que no.
No puedes decirme que no te gustaba
como te sonreía por las mañanas
mientras llevaba una bandeja de los Simpsons
con un café y tres besos
y desayunábamos juntos en la cama.
Me niego a creerte.
No puede ser, no puedes haber olvidado
la forma en que escribía manías sobre tu espalda...
¿O acaso cerrabas los ojos y no pensabas en mí?
Ahora dirás que ni siquiera te acuerdas 
de la vez en la que tu padre nos pilló
juntos medio desnudos en el ascensor...
¿No te acuerdas?...
Pues yo no puedo olvidarme de como 
cogías el calendario y lo dividías
para que todos los días fueran para dos...
Ni de como me pedías sólo un rato más de besos,
ni de tu pelo cuando te lo ponías detrás de la oreja
ni de tus maravillosos celos.

...

Sabes, supongo que tienes razón, 
ya de qué vale recordar mis manos 
abrazándote por la espalda frente al espejo.
Ese espejo que nos vió tan felices.
Sí, tal vez soy yo, que estoy equivocado
pensé que estabamos hechos a medida...
Déjalo, ya no volverás a decirme
"Javi, son las heridas de los dos"
Y no sigas fingiendo que te importa
todo lo que te estoy diciendo,
seguro que ni siquiera las caricias
eran de verdad. 
Lo mejor será que me vaya.
Yo... sólo espero que no seas feliz con él...
No te atrevas a llamarme cruel...
No te atrevas a llamarme otra vez...

Me dí la vuelta y caminé mirando al suelo varios segundos, luego, me paré, y me giré para ver si ella aún me miraba el culo cuando nos despedíamos, como hacía siempre.

Pero no, ella ya no estaba, sí, se acordaba de todo aquello, y ahora mis recuerdos se borrarían con la saliva de otro.



viernes, 17 de agosto de 2012

¿Te acuerdas?

- Dios, dime que te acuerdas.
Dime que te acuerdas
de las noches que olvidé
en el cajón de tu mesilla.
De los días que pinté,
cuando tú siempre has sido
la chica del blanco y negro.
Dime que te acuerdas
de la forma en la que
te agarraba de la cintura,
con la que contestabas a modo
de un muerdo antes de irte.
O acaso no te acuerdas
de esa camiseta de los Marea
con la que yo me acostaba
y con la que tú te levantabas.
Y qué me dices de tu sonrisa,
sí, exacto, esa sonrisa.
No puedes negar que no recuerdas
como disfrutabas viendome celoso,
hasta del pizzero ese moreno
que nos traía el pedido.
O de como me decías al oído
lo dulces que eran las horas a mi lado.
No puedes haber olvidado
como veiamos la tele desde el sofá.
Cómo perdíamos los domingos
cantandote acompañando
a la guitarra en la cama,
o viendo alguna película romántica,
de esas con las que me abrazabas
porque ahora tenían sentido.
O de las de terror, con las que
yo, me hacía el gracioso,
pero estaba acojonado.
Dime que aún ves en mis ojos
lo que los parques vieron
de tu espalda sobre el césped.
Dime, al menos, que no te has olvidado de mi.

Tranquila, es normal que no te acuerdes, te prometo que dentro de un tiempo, lo recordarás todo.

Me llamo Javi. ¿Y tú?


viernes, 10 de agosto de 2012

¿Qué es crecer?

¿Y qué es crecer?
¿Es independizarse, ser autosuficiente, tener una vida hecha con un trabajo, un coche, y demás...?
Sí, supongo que eso es gran parte del crecimiento, tanto físico como mental...
Pero no nos engañemos, crecer implica cambiar los picos en el parque del instituto, por besos largos en el cine, y éstos, por revolcones en los portales, y más tarde, amaneceres con desconocidas... Y las despedidas antes de que llegase su padre a buscarla, por un adios mientras se cierran las puertas del metro... Y al final, un abrazo en el último aviso para los pasajeros a la hora de embarcar.
Entonces, ¿Qué es crecer?
Pues sí, crecer es adquirir independencia, tener una casa propia, un coche, ser autosuficiente... Pero no te engañes, seguirás bebiendo por las mísmas cosas, seguirás enfadandote por las mísmas cosas, y seguirás llorando como un gilipollas las noches que te sientas solo, las tardes que te digan adios, las mañanas sin "buenos días"...

Conclusión, ¿Qué es?
Una mierda.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Un trozo de mí.

Necesito tu inicial en la piel
es mi forma de limpiar el polvo 
que han puesto sobre tu nombre
cuanto más lo tapan, me siento más solo...
Hace tiempo que no río como contigo,
hace tiempo que no soy tan feliz
como lo fui agarrado a tus hombros.

Con solo dos manos es difícil 
se complica seguir adelante
lo hizo lo mejor posible, por supuesto.
Ahora le va bien, aunque
estoy seguro de que 
se esperaba algo mejor.
Por mi parte,sigo llorando tu risa
eras mi mejor apoyo
y a veces me caigo por no encontrarte.


En las raíces de mi pelo castaño
quedan mechones del oro del tuyo.
En mis ojos tristes, azul y verde
de la forma en la que tú me distes la vida.
En mis dedos, tus huellas dactilares
casi borradas por la guitarra, 
que para mí, es la única forma de hablar contigo.
Les he visto llorar otra vez, 
todos te echamos de menos...

No sé que debo hacer con todo ésto
solo tú tenías las respuestas...
Por desgracia, él ya no es el mismo...
Hace tiempo que dejé de creer 
en muchas cosas que no perciben mis sentidos
pero el amor, se que de algún modo
existe, 
porque lo vi en vuestros ojos.
Y tengo que pensar que hay algo más allá
porque necesito sentir que volveremos a vernos.


Seis luces mezlaban amarillo, naranja y rojo.
Eso fue lo que nos separó.
Me arrepiento de no haberte abrazado más
de no haberte dicho mil cien veces que te quiero.
Pero quiero que sepas, que uno de mis mejores recuerdos
es verte desde la altura de tus tobillos, limpiando la casa, 
cantando y sonriendo, 
al ritmo de una vieja cinta de Luis Miguel.




Otro día, hablaré del escudo que se quedó a mi lado
de el que es, y del que fue
al que todavía, echo más de menos.


http://www.youtube.com/watch?v=mazsdC3Ugls&feature=plcp