sábado, 27 de octubre de 2012

Eres tú, y yo no sé quien soy.

Es nadar a contracorriente. Es no verte en los espejos en los que escribo tu nombre.
Es intentar convencerme de que todo cambiará. Es tiempo al tiempo.
Es paciencia para aceptar que mi voz nunca pudo gritar, y en susurros nadie escucha.
Es aceptar que si no es contigo, dudo que sea con nadie.
Es ver de lejos lo que nadie ve, y querer quererlo.
Es reventar por dentro cada vez que nos miramos.
Es notar las grietas en mi piel, que escuecen cada vez que les hacen sombra tus dedos.
Es hacer de la estación una terraza en verano.
Es beber de Gran Vía minutos divididos.
Es un acorde menor que resbala entre tus dientes.


Pero lo peor, es saber que no me queda mucho como protagonista de tus tardes.
Que sigo luchando contra todo, que sé que eres perfecta para mi.
Y es que tienes tantas cosas...
Tus ruidos entre las hojas de un libro.
Tu espalda entre las mantas.
Tu sonrisa acomplejada que le da complejo al sol.
Tu forma de dibujar razones entre mis dedos.
Tu manera de pintar Madrid de rojo.
Tú, cuando giras la mirada para no ver que el mundo está a tus pies.
Tú, cuando rompes el silencio con un grito en cualquier bar.
Tú, cuando me dices que sigues aquí, y yo me quedo mudo.
Tú, cuando busco la salida a un zulo y aparecen tus ojos dándome una puerta.
Tú, cuando mi mundo se hace añicos, tan sólo quedas tú en pie.



Y yo, aquí sigo, en punto muerto. Pensando en que sólo seré otro de esos que duraron
unas semanas a tu lado, se cansaron, y se fueron, y la realidad es que nunca había querido
querer tanto a alguien como me gustaría hacerlo contigo, que me encantaría enamorarme a ciegas, y que le den por culo al mundo.
Nunca me había sentido tan mal por no sentir lo suficiente,
nunca había dicho que había conocido a la mujer perfecta, ni lo diré, pero teniéndote a ti, quién quiere mujeres perfectas.

Eres esa personas que la gente ve a diario, y no se da cuenta
de que nadie en el mundo es comparable a ti.

Y yo, yo soy un gilipollas.

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