martes, 30 de octubre de 2012

Hoy te he vuelto a recordar

Reivindico la razón de no quererte, y me pierdo entre los restos del error.
Por beber de aguas con más veneno que vida, por hacer casa en una parada de autobús.
Y a solas sangraba tu herida a dos mesas de ti, y contigo sangraba tu herida a dos besos de ti.
La voz que te llevaste, es la que hoy impide cualquier recaída.
Empeñada en destrozar castillos construidos sobre tus huellas, vuelves a verte a dos asientos de mi.
Vuelves cuando nadie te ha llamado, vuelves a rescatarte del odio más profundo.
Y nos volvemos a mirar a los ojos, y me pides un principio donde ya no quedan marcas.
Y volvemos a notar el peso de la mirada en la chaqueta, en las manos, en los labios.
Pero ya no queda nada. 
Ni calor, ni palabras sin sonido, ni centímetros prohibidos, ni inviernos a dedos entrelazados.
Tú con tus 365 días, y yo con mis 365 dudas.
Y saltar al vacío con las manos atadas no sería más que un aterrizaje forzoso sobre tierra conocida.
La equivocación del que creía saberlo todo.
La decepción del que creía en la otra persona.
Los recuerdos no son más que cicatrices mal curadas, la espalda en la pared, las caderas sin dejar pasar el aire, los "quédate un rato más" y los "¿y si nos ven?", los portales que saben más de lo que aparentan, y tu forma de mirar por la ventana pensando que así todo se iba a arreglar.


Sí, te miro y nos veo. Sí, estás tan guapa como siempre. 

No, nunca voy a volver, pero hoy te he vuelto a recordar.



sábado, 27 de octubre de 2012

Eres tú, y yo no sé quien soy.

Es nadar a contracorriente. Es no verte en los espejos en los que escribo tu nombre.
Es intentar convencerme de que todo cambiará. Es tiempo al tiempo.
Es paciencia para aceptar que mi voz nunca pudo gritar, y en susurros nadie escucha.
Es aceptar que si no es contigo, dudo que sea con nadie.
Es ver de lejos lo que nadie ve, y querer quererlo.
Es reventar por dentro cada vez que nos miramos.
Es notar las grietas en mi piel, que escuecen cada vez que les hacen sombra tus dedos.
Es hacer de la estación una terraza en verano.
Es beber de Gran Vía minutos divididos.
Es un acorde menor que resbala entre tus dientes.


Pero lo peor, es saber que no me queda mucho como protagonista de tus tardes.
Que sigo luchando contra todo, que sé que eres perfecta para mi.
Y es que tienes tantas cosas...
Tus ruidos entre las hojas de un libro.
Tu espalda entre las mantas.
Tu sonrisa acomplejada que le da complejo al sol.
Tu forma de dibujar razones entre mis dedos.
Tu manera de pintar Madrid de rojo.
Tú, cuando giras la mirada para no ver que el mundo está a tus pies.
Tú, cuando rompes el silencio con un grito en cualquier bar.
Tú, cuando me dices que sigues aquí, y yo me quedo mudo.
Tú, cuando busco la salida a un zulo y aparecen tus ojos dándome una puerta.
Tú, cuando mi mundo se hace añicos, tan sólo quedas tú en pie.



Y yo, aquí sigo, en punto muerto. Pensando en que sólo seré otro de esos que duraron
unas semanas a tu lado, se cansaron, y se fueron, y la realidad es que nunca había querido
querer tanto a alguien como me gustaría hacerlo contigo, que me encantaría enamorarme a ciegas, y que le den por culo al mundo.
Nunca me había sentido tan mal por no sentir lo suficiente,
nunca había dicho que había conocido a la mujer perfecta, ni lo diré, pero teniéndote a ti, quién quiere mujeres perfectas.

Eres esa personas que la gente ve a diario, y no se da cuenta
de que nadie en el mundo es comparable a ti.

Y yo, yo soy un gilipollas.

sábado, 13 de octubre de 2012

Puntos de control. (Check-points)

Soy de los que, cuando ella se va, no se quedan a mirar, estoy harto de coleccionar matrículas y vagones alejándose. De los que cuando dan el beso de despedida, lo dan como si fuese el último, porque nunca sabes si lo será realmente.

Tan sólo quiero un camino fácil, una forma de no tropezarme, de no ir a ciegas en todo lo que hago.
Tú me hablas de estár a mi lado, y yo escucho: "Sé que me vas a hacer daño".
Que al igual que tengo impulsos de no quererte, los tengo de atarnos con cadenas y no separarnos más.
Que lo peor es ver(nos)te haciendo eco por la casa. Que en veinte horas, en tan sólo veinte horas, has conseguido que rompa algunos miedos.
Ya he perdido la pista de tu olor en mi almohada, y el edredón se niega a dirigirme la palabra.
Mientras, busco restos de tus labios dibujándote con la lengua sobre los míos.
Que todo lo que tengo es un cuerpo vacío.
Que nadie nota más el espacio del hueco dentro de mi pecho, y a nadie le duele tanto como a mi. 

Las lágrimas no son más que mi forma muda de demostrarte que no hay nadie que quiera ésto más que yo, pero te veo desvanecerte, y me veo sentado, mirando, sin hacer nada, simplemente murmurando que es lo que me toca, y que tú mereces algo mejor.
Veintidos horas del día te tengo dando vueltas en la cabeza. Las otras dos, duermo.
No consigo encontrar el camino, hay un SÍ latente y que rezuma razones y verbos en primera persona del plural, y por otro lado, hay un NO inerte que no me deja respirar, que se encarga de convertir esos verbos a primera persona del singular y añadirles "solo" detrás de cada uno.
Que estoy harto de jugar la vida en el nivel más complicado, teniendo que ser fuerte por cojones, aprendiendo a convertir los mares en charcos para poder salir corriendo.Ya me he cansado de andar desafinado entre la gente, de destacar por cómo soy a medias, y terminar dejando huellas con heridas en la vida de quien se digna a acercarse un poco a mi piel.

Que el final de ésta partida es el endpoint, y yo aún no he llegado a los check-points.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Siempre vas tan guapa, recién levantada, cuando sales de la ducha, cuando te arreglas para salir, cuando llevas toda la mañana en el sofá...
Sé lo que es morir al notarte unida a mi por los labios, y sé lo que es volver a nacer cada vez que te separas para volver a besarme.
Madrid te ha visto pasear y sonreír, y se rió contigo.
Mis manos, ya se han aprendido las vías de los trenes que terminan su trayecto en tu ombligo, y mis dedos, el puerto al que van los barcos con destino a tu sexo.
Que el reflejo de tus ojos es mi espejo al despertarme, y tu boca, las ganas de quedarme en la cama.
Te he llenado de notas la nevera, recordándote que te quiero, y he vacíado del cajón los recuerdos inservibles para hacer hueco a tu ropa interior.
He hecho reformas en mi pecho, para hacer una habitación más, por si alguna noche te apetece quedarte.
Y te digo mil veces:
"Eres perfecta, y aún así, no te das cuenta."


http://www.youtube.com/watch?v=H2IpNgu0oHs

domingo, 7 de octubre de 2012

Cáscara de piel.

Te veo, claro que te veo.
Estiro los dedos y puedo tocarte, puedo dibujarte besos en la cara, puedo hacer líneas en tu espalda, y agarrarte como si estuviese entrando una ventisca por la ventana.
Pero... ¿Te siento realmente?
Mi voz, hace eco en el pecho. Si cierro los ojos, puedo verte pasar desnuda por mi cabeza, y puedo verte sentada, hablándome del color del cielo.
Si los abro, puedo verte vestida en mis retinas, y puedo verte de pie, hablándome de la vez que te emocionaste viendo una película de dibujos.
Y te abrazo, y te abrazo, y te abrazo.
Y subo las escaleras que bajé para dejar hueco a los días entre los dos, y cada escalón es un acorde menor, una luna rota, una marea baja.
Muevo las hojas que componen mi diario del presente, la tinta se ha corrido como el sudor que dice que sobran capas de ropa. Echo un vistado a las del pasado, y aún siguen ardiendo, no puedo tocarlas.
Por último, me da por abrir el del futuro. Vacío. No hay nombres de cinco letras, ni sentimientos de cuatro, ni espacios de tres roces con dos besos y un te quiero.
Enciendo la luz, como el que busca agua en el desierto, y te tengo delante.
Puedo verte demasiado bien.
Apago la luz, como el que ansía no escuchar el ruido de los trenes llenos de despedidas.
No te veo, pero sé que estás ahí.

Quizás la solución sea estrellarme contra tí, con la esperanza de ser dos rocas capaces de hacer fuego.

sábado, 6 de octubre de 2012

Ventana al polo norte.

Abrí los ojos y la ventana. Quería sentir el frío.
Me tapé con el edredón hasta la cabeza y saqué un pie por una de las esquinas, dejé que entrara el aire.
Y así fue, pasó entre los dedos de mis pies, se entretuvo en la rotonda de mis tobillos, subió lentamente por la pierna y se coló por mi pantalon corto, subió pasando la curva que dibujaba mi tripa tras mi sexo, rodeándome completamente por debajo de la camiseta, me fue escarchando cara poro de la piel, era una mañana de un invierno en pleno invierno, escribió una caricia en mi pecho antes de llegar a mi cuello y darme una bocanada de hielo hecho aire.
Empezaron a baliar al ritmo de semicorcheas mis pies, luego mis piernas, el torso, las manos...
Me rodeé a mi mísmo con los brazos intentando generar calor propio y luchar contra el bajo cero de la capa que cubría mis músculos.
Solté el aire de mis pulmones a la mísma velocidad que un globo aeroestático pinchado en lo más alto de su viaje, y lo recuperé con el choque de los dientes inferiores y los superiores al compás de mi labio temblando.
- Qué frío hace - Murmuré.
Y entonces, ella, me abrazó.


lunes, 1 de octubre de 2012

Noches de cintura.

Llovía. Las gotas fueron mi despertador de madrugada. Abrí los ojos, y me encontré con su pelo sobre la almohada. Estaba acostada de lado, por lo que veía perfectamente la línea que dibujaba su columna vertebral perderse bajo el edredón. Me incorporé e intenté sin éxito alcanzar el móvil para ver la hora. Me destapé, y conseguí agarrarlo. Las tres. Lo dejé y bajé de la cama, mi boca estaba en reserva de saliva, necesitaba beber algo. Bajé a la cocina, ya que ese fin de semana no había nadie más en casa. Abrí la nevera y saqué una botella de agua fría y un paquete de jamón york. Es curioso el hambre que tengo a veces de repente. Di varios tragos a la botella y me comí un par de lonchas de jamón. Después, llené un vaso de agua y lo subí a la habitación. La moví el pelo con los dedos y la di un beso en la mejilla.
- ¿Quieres agua?
Movió con un gesto afirmativo la cabeza. Tras beberse el vaso de agua, lo dejé en la mesa y subí a la cama.
Me tapé con el edredón, ya que estabamos semi desnudos, y hacía frío. Noté sus manos abarcando el terreno de mi tripa hasta trazar un semicírculo sobre mí, y apoyó la cara sobre el hueco que hacía mi hombro al poner la mano bajo ella, y meter dos dedos en el lateral de sus bragas.
Pasaron unos minutos y yo seguía conversando con mi imsomnio, a diferencia de que ésta vez, no estaba sólo en el colchón. En mi espalda quedaban las marcas de sus uñas, que arrastraron consigo algunas cicatrices pasadas, y me escocían al apoyarme sobre ellas. Un dulce y mínimo dolor.
Disfruté de cada segundo que marcaba su respiración. Me pasé las tres horas restantes dibujando garabatos donde terminaba su espalda.
Ella, aún en sueños, se estremecía con cada paso de mis yemas, y contraía los dedos de los pies.
A las seis de la mañana conseguí caer dormido aproximadamente dos horas.
A las ocho, me levanté y preparé dos Cola Cao y dos zumos de naranja.
Metí un dedo en el mío, todavía sin azúcar, y subí a despertarla. Le rocé los labios con el dedo mojado, y puso la mísma cara que un bebé al probar la cantidad cítrica de un limón. En ese momento, la besé, y su expresión fue borrada por una sonrisa.

- ¿No me traes el desayuno a la cama? - Me dijo.
- Sí claro, para que lo pongas todo perdido - Contesté entre risas.

Me bajé de la cama y la hice un gesto para que me acompañase. Justo al tocar el suelo, puso sus manos en los lados de mi cara, y me devolvió el beso, terminándolo en un mordisco en el labio inferior.
Bajamos y compartimos el desayuno entre cereales, galletas, manchas de chocolate en la nariz y dibujos en la tele.
Luego, se dió una ducha, en la que aproveché y le pedí que compartiesemos el agua caliente. Aceptó con otra media luna, y un lunar de Cola Cao en la nariz. Nos vestimos después, y la acompañé hasta el metro.
Volvimos a besarnos y nos recordamos lo que nos importabamos.
Luego, se fué.
Aún recuerdo sus ojos girándose y diciéndome "Sé que me estabas mirando el culo".