lunes, 29 de julio de 2013
Hielo y alfileres.
Verla abrir los ojos es ver el cielo arder. Es completarse de aire. Es encontrar techo en mitad de una tormenta. Es vivir a toda costa en el puerto donde echan el ancla sus lágrimas antes de embarcarse en una misión suicida contra sus labios, quienes hacen desaparecer los navíos con el paso de la lengua.
Escucharla evaporarse cada vez que desabrocha un botón, es como sentirse ratón ante un león hambriento. Es notarla florecer entre los huecos del alambre de espino. Es hacerse dueño del tiempo que ella ordena.
Quererla es saber masticar hielo. Es saber clavarse alfileres en las encías. Es vivir resucitando cada segundo.
Quererla es un invierno entre mantas. Quererla es precioso. Quererla es lo mejor que le puede pasar a alguien como yo, un congelador lleno de alfileres y con el enchufe roto.
jueves, 11 de julio de 2013
Aunque fuese un segundo. Ojalá volvieses.
Sólo para preguntarte qué se supone que tengo que hacer. Para pedirte respuestas
que a día de hoy sé que no encontraré nunca.
Para pedirte que me lleves contigo en el viaje, quizá.
O, al menos, para que me prometas que me estarás esperando, como me prometiste.
Para escucharte, hace tanto que no lo hago, que no recuerdo tu voz.
Ni tu risa.
Ni tus gritos.
Ni tus bromas.
Nada.
Nada.
miércoles, 26 de junio de 2013
Estrella.
Cayó desnuda, sin brillo, murmurando y negando con la cabeza la existencia de un Dios, de una vida feliz, del amor, del ratoncito Pérez y las nubes de algodón.
miércoles, 29 de mayo de 2013
.
Fuera de tus casillas. Perdido. Como un gato que araña porque no ve la salida. Porque si lo haces, si dejas que vean el hueso bajo la piel, si dejas que vean el color de tu sangre o cómo pierdes tu propio control... será cuestión de tiempo que se pregunten qué más puedes llegar a hacer. Y ese, desgraciadamente, no es el problema, el problema es que te lo preguntes tú. Que te asustes. Que te mires y haya días que no puedas aguantarte la mirada. Que te busques en los cristales del tren y desees no tener reflejo. Que no te conozcas. Entonces sólo serás una botella llena de agua hasta el límite, cerrada por el tapón, esperando a que su propia congelación haga que sus paredes se resquebrajen, viendo como deja de ser lo que fue antes de empezar el frío. Notar la escarcha dentro, luego los pedazos cada vez más grandes de hielo, más tarde ya no podrá moverse, terminará dejando los restos de lo que fue esparcidos por la superficie del espacio que la resguardaba del calor.
Crack... Tres, dos, ...crack, uno...
domingo, 26 de mayo de 2013
Lluvia de estrellas en Madrid.
Pero dentro de la estación de trenes no hay nadie, sólo yo, y aún puedo ver el eco de las despedidas antes del cierre de las puertas, las notas de suicidio cayendo al suelo antes de saltar, las maletas llenas de esperanzas de una vida mejor, las escaleras mecánicas y las luces apagadas, y el suelo encendiéndose con cada golpe de cristal. Las puertas se abren, el tren baja la velocidad, pero no para, no todos se paran a esperarte. Subo de un salto e intento mantener el equilibrio, y aunque fallo, consigo agarrarme a la barra de seguridad. Oigo como se cierran las puertas tras de mi. Al salir de la estación, los ruidos continúan contra el cableado eléctrico del tren, y puedo ver la ciudad corriendo en dirección contraria desde la ventana. Aquí no hay nadie. Siempre supe que terminaría solo, construyéndo y tirando castillos de arena, sin nada de que hablar, sin nadie con quien recordar lo que era respirar a centímetros, siempre supe que yo nunca podría ir acompañado cuando llovieran estrellas.
Ojalá pudiese verla a ella con esa forma de andar que se podría considerar andares de un pato modelo, con su forma de reír como si escondiese la luna entre los labios, con sus ojos que llevaban risas en cada tic tac del minutero del reloj, con su voz, ojalá hoy pudiese escuchar su voz...Y ahora, en la más infinita y plena soledad, me veo escrib
- Toma, te he cogido una.
Y sonreí.
sábado, 11 de mayo de 2013
Deserté.
Si hablamos de que tú siempre mirabas a los labios porque no te atrevías a mirarme a los ojos...
Si contamos que nunca fuiste más que media persona...
Si decimos la verdad...
Igual te conocen. Y saben de ti. Pero eso no te conviene. No te conviene que sepan que tu feria son atracciones rotas, globos pinchados y pistolas de agua que disparan barro. Que te pesa la conciencia como quien arrastra un camión con los párpados. Que te huele el aliento a tierra y sangre. Tierra que haces comer y sangre que derramas a tu paso. Que cada vez que pisas un azulejo, éste imagina la carrera hasta tu entrepierna, pero si sigue más allá, si sube hasta el pecho, se retuerce en el suelo y suplica no ser nunca más pisado por ti. No te conviene que lleguen saber que la reina de este circo está vacía. Que tus leyes son mentira, y que tus mentiras, son la única verdad -a medias-
Eres trozos de parche de otros seres. Crees ser única, una especie en extición -y sois demasiados-, y la extinción de tu especie es lo que realmente necesitamos.
No me consideres soldado de la guerra que comienzas cada vez que abres la boca. Deserté de la mía. Encontré una forma mejor de vivir. Y no te incluía a ti. Sólo quiero darte un consejo. Cuando estés sola, realmente sola, sólo quedarás tú y lo que has construido dentro de ti. Que no te pille por sorpresa.
jueves, 2 de mayo de 2013
Pretérito perfecto complejo.
Ayer conocí otros cuerpos. Ayer supe de otras voces. De aliento de cristal en los labios. Supe de amor de alquiler y de amor público. Besos, caricias, abrazos, tan inútiles como bolitas de humo. Errores. Supe de equivocarme y de ver en su ombligo un precipicio sin fondo en el que despedazarme. Supe de sus espaldas afiladas y de sus espadas que atravesaban porque no sabían cortar. Supe de Madrid con letras borrosas. De mis manos temblando. De charcos inagotables entre las pestañas. Supe, ayer lo supe.
Hoy sé que nunca he sabido tanto. Nunca he sabido tanto hasta que ella supo de mi. Y me enseñó que en su ombligo no había precipicios, sino ciudades en las que habitarían las pelusas del mío. Nacidas de los pude y no hice. Que sus ojos fueron mares, mares que sequé y sacaron a flote tesoros escondidos. Que su espalda no era una hoja que rajase mi pecho al tropezar. Encontré manantiales desde sus hombros hasta la mitad del cielo. Hoy sé, que las heridas anteriores nunca llegarán a ser como ella. Que yo no fui el mismo que soy hoy. Que su huella en el cemento fresco de mi puerta, es lo que ha quedado grabado. Sé que nadie sabe más de lo que escondo entre los huesos que ella. Que todos los ayer que crean saber más que el hoy, están equivocados.
Hoy es hoy. Hoy no es ayer. Y yo seré el pretérito perfecto complejo de una sonrisa de diecinueve años.
domingo, 28 de abril de 2013
No volveré a bajar las calles que bajo todos los días, no volveré a mirar la punta de mis pies caer desde la litera, no sonará el despertador, agonizando por las llamadas perdidas frente al espejo del baño.
No me veré reflejado en la puerta del autobús, esperando que me abra para dejar, mientras dormito, mi vida en sus manos. Ya no será la voz de un amigo la que diga "buenos días" a las siete de la mañana, ya no quedará nada.
Ya no volveré haciendo el mismo recorrido, cansado por el roce de las horas y la falta de sueño, dando bocanadas a los minutos perdidos sobre la mesa. Ya no habrá un cuerpo desconocido que un día fue protagonista, ni las risas a costa de ciertas personas. No habrá miradas falsas, ni platos de comida fríos, no habrá que agachar la cabeza, ni contaminación cardiaca, ya no quedará nada.
martes, 9 de abril de 2013
Planeta-Sol12
martes, 19 de marzo de 2013
Ya me lo he aprendido.
Tus dedos de los pies jugando a quererse los míos. Tu mirada perdida en las estaciones desiertas de mi espalda. Tus labios... Tus labios. Tu tendencia a recaer en mi sonrisa y la magia que desprendes al quitarte la ropa. El despertar de tus párpados, la cara hinchada y las ganas de desayunarte dos veces. Tu avión de papel. Tu vida de letras. Tus atrapasueños guardados entre los brazos, y tus estudios en cada uno de mis poros. Tus ciento cuarenta y seis lunares y los mil dos besos que te debo. Tus doce puntos de sutura. Mis doce errores. Nuestros veinticuatro te quieros que suenan en los acordes que he escondido bajo tu lengua.
He viajado por todos los rincones de mi mundo, y he puesto tiritas en todos los arañazos. Ya me lo he aprendido, y ahora, voy a olvidarlo todo para volver a empezar.
domingo, 17 de marzo de 2013
Los escucho.
Escucho a los bichos murmurar a mi alrededor, bajo cada azulejo, entre cada ladrillo. Me miran. Conspiran para ver quién se comerá mis huesos taladrados de heridas, de errores que se estrellaron entre las costillas, de puñetazos a la pared.
También sé de las raíces que rodean las estaciones, que aguardan mi despiste para trepar desde las vías y asfixiarme con su aliento a primavera helada.
¿Has escuchado a las nubes?
Dan vueltas sobre mi, a las puertas de la escalera mecánica al purgatorio de las casillas en las que marqué la opción incorrecta.
Los escucho, los veo, los siento.
Dejo a mi suerte el momento en el que me partan en mil trozos. Pero hoy estoy con ella. Hoy no me puede ni Dios.
jueves, 10 de enero de 2013
Parada cardioeléctrica.
Noté como la electricidad volvía a recorrer mis circuitos, subía desde la punta de los dedos, y al llegar a ambos hombros, se dispersaba por el cuerpo como fuegos artificiales. Me levanté y salí corriendo asustado, y permanecí escondido un tiempo. Ella no desistió, se sentó a mirarme y a esperar. Salí asustado, como siempre, y me senté delante de ella. Me sentía bien, por primera vez en mucho tiempo, estaba a gusto en un sitio. Me abrazó, y noté como toda su luz devolvía a mi cuerpo un motivo suicida por el que quedarme. Aprendimos a estar juntos, aprendimos a compartir las ruinas, y a reconstruirlas poco a poco. Ambos sabemos que no somos eternos, al menos no físicamente, pero, puedo escucharme latir, puedo ver como se hace de día, puedo notar los destellos y calambres casi imprescindibles del motor de mi pecho, puedo abrir los ojos, puedo levantarme. Estoy vivo.