domingo, 25 de noviembre de 2012

Si no te importa...

Nunca me gustaron las despedidas, convertir sentimientos en recuerdos, en ecos del pasado que revientan contra las paredes de las habitaciones, contra las escaleras que suben desde el portal, entre las farolas, contra los escaparates, explotando entre el tráfico.
Nunca me gustó saber que mi piel nunca quedará marcada por última vez por tus uñas, ni la tuya por mis dientes, no me gusta aceptar el final de los principios y el dolor que se queda entre medias.
No me termino de acostumbrar a cambiar de piel cada vez que cambio de labios, de voces, de temblor de piernas y gemidos.
No me gusta el sonido de las puertas del metro al cerrarse y separarnos, ni las matrículas alejándose, no me gusta decir "ya nos veremos" por no tener voz para decir "quédate"
No me gusta no sentir, no me gusta vivir por vivir, la falta de ilusiones y la necesidad de un café por las mañanas, no me gusta buscar en lo malo las sensaciones que necesito para sentirme distinto cada anochecer.
No me gusta admitir que estamos muriendo, que nos rompemos con cada embestida de cariño y cada vez que bajamos la persiana.
No me gusta decirte que a pesar de todo, no puedo. No decirte que no quiero que te quedes, pero cuando te vas, mi pulso baja a las constantes necesarias para no morir.
Nunca aprendí a ganar, y tampoco me llamó la atención.
Nunca sabré lo que es ser feliz más de veinte minutos seguidos, pero he sabido apreciarlos.
Nunca me gustó la sensación de falta de saliva, los dientes que no saben morder, y las manos que no arañan.
No me gusta ser el bueno de la película, y saber que nunca cambiaré de papel.
No he doblado la chaqueta a la vuelta del trabajo, ni he abierto una botella de vino, no he besado demasiado, no he llegado a la curva que da la vuelta, ni a la mitad del camino.

Sé que soy un saco de defectos, de errores, quejas y caras de mal humor, de respuestas bordes y ceguera cuando se trata de mi, pero, si no te importa, ésta noche...

lunes, 19 de noviembre de 2012

Queridos Reyes Magos...

Que se pierdan de una vez las mil formas de perderse, que se callen en la cama las dudas que nos congelan, que la vida deje de venderse en cada esquina y comparta un gramo de suerte con cada mirada perdida en el suelo.
Que dejemos de besar pensando en qué pasará después, que gritemos "quédate" aunque mañana me vaya, que aprendamos de una vez que ninguna persona pertenece a nadie y dejen de matarnos los celos.
Que no se llore si no es de alegría,  y no se folle sin terminar con un abrazo, aunque no sepas ni su nombre.
Que veamos que los demás, también tienen sus problemas, y quizás, con tres sonrisas le demos sentido a los días.
Que no chillen tus bragas cuando empiezo a olvidarlas, y que sepamos lo que pasará antes de querernos otra vez.
Que no haya luz, que no veamos, que aprendamos a observar sin los ojos, que un te quiero sea un te quiero, y no una forma de mentirse.
Que los amigos se queden, y te inviten a otra ronda. 
Que la muerte no nos pille por sorpresa, y nos deje recordar que cuando se vayan, les echaremos de menos.
Que dejemos de señalarnos si no es para dar las gracias.
Que respetemos el silencio de los corazones mudos, y no hagamos oídos sordos a los que nos piden que no les hagamos daño.
Que La Perla nunca cierre.
Que los parques sean la casa de las manos entrelazadas, las cervezas vacías, el rock and roll y los mordiscos en el cuello.
Que el miedo se ahorque por miedo de ser risa.
Que los niños no crezcan entre mierda, y lo que venga tras nosotros, sea una vida mejor.
Que mi hermano sea todo lo bueno que yo nunca podré ser, y mi peor lado, él nunca lo conozca.
Que la vida le de lo que merece a cada uno.
Que las palabras den más miedo que los puños.
Que la ropa deje de llevar etiquetas, y las carteras nunca estén por encima de las caricias.
 

Que a ti, que estás leyendo ésto, se te curen todas esas heridas que tienes aún abiertas, que aprendas que eres más de lo que piensas, que ese reflejo que hay en tu espejo cada vez que te paras delante no sea tu peor pesadilla, y el fango de tu dolor, en el que te revuelcas, se convierta en palomitas, que encuentres mejores blogs en los que perderte, ya que yo no tengo nada para darte, pero si te quieres quedar, aquí tienes un sitio.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Tarde de Noviembre.

Hace mucho frío.
Hace mucho frío ésta noche como para pensar en lo que me pide la piel.
Hace mucho frío como para buscar un ascensor donde terminar medio desnudos.
Hace mucho frío para escribirte poemas con los dientes.
Hace mucho frío bajo el cielo como para irnos a volar.
Hace mucho frío en el azulejo del baño, y a la salida de la ducha.
Hace mucho frío por Madrid, por mi casa, por tus piernas y en mis ojos.
Hace mucho frío como para olvidarte.
Hace mucho frío como para intentar buscar sabores.
Hace mucho frío para planes de película, palomitas y manta, si no se comparten.
Hace mucho frío y temo congelarme.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Hasta el cielo está llorando.

Dicen que hay muros tan altos y tan duros, que no pueden derribarse.
Yo he visto caer al muro que escondía mis miedos, he visto cómo se rompían sus ladrillos,
uno a uno, con el caudal inminente e imparable de los lagrimales.
Sediento de justicia lo he visto hundirse en el barro.
He visto cómo se tejían enredaderas de abrazos sobre él, en un vano intento de impedirlo.
Le he visto desatarse las venas que le unían a las dudas.
He visto caer el muro más fuerte del mundo.

También he visto perder las hojas al árbol milenario del cariño.
Lo vi perder la corteza que tapaba el corazón del querer insaciable.
Vi cómo tiraba la última botella al mar, con un: "Te quiero, nunca llores"
Y callaba la voz de la experiencia cuando el árbol me pedía -en silencio- que cuidase del muro.
Hoy el cielo está llorando, hasta él está llorando.
El árbol cayó, y con él se cayó el muro.

Y aquí estoy, dispuesto a reconstruirlo.


M.M.F.M -De la vida al infinito-



domingo, 4 de noviembre de 2012

Entre hormigones

Las gotas de lluvia resuenan en el cristal de la ventana como un ejército de recuerdos mal curados.
No hay luz en la habitación, y el único sonido que la invade es tu respiración.
Estás sobre la cama con los ojos abiertos, mirando a la nada.
Notas como vienen sus uñas trepando por tus tobillos, notas su pecho detrás, apoyado sobre tus piernas, ascendiendo.
Su vientre te eriza la piel. Su aliento, frío, te roza la entrepierna.
La notas cómo te muerde bajo el ombligo y sigue subiendo. Tú, inmóvil.
Apoya sus manos a ambos lados de tu cuerpo, y se pone a escasos centímetros de tu boca.
Su pelo cae sobre tu cara y se interpone entre vuestros labios.
Se lo recoge en un moño que atraviesa con una de tus costillas.
Ya estás acostumbrado a su dolor, tú ya no sientes nada.
Se acerca a tu oído y lo dibuja con la lengua.
Pone sus dientes en tu cuello y te deja la marca de su boca.
Con la mano derecha te agarra de la nuca.
Te muerde el labio inferior y tira de él, de una forma tan dulce y suave que vuelves a notar todas las partes de tu cuerpo en tensión.
Apoya su nariz al lado de la tuya y te mira, para el tiempo, derrumba la habitación, y juntáis los labios.

Porque a la puta oscuridad, le sobran besos.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Y volvió.

Vaya, tengo las zapatillas llenas de mierda, debería pasarles una toallita o algo, de dónde habrá salido tanto barro... - Pensaba mientras me miraba los pies en un banco del centro de Madrid.
Por no hablar del resfriado que llevo encima, he debido de coger frío por la noche. -Añadí

La gente pasaba arrastrando sus miedos con cadenas calle arriba, otros eran arrastrados por ellos calle abajo. Yo, inmóvil, me limitaba a mirarles.
Con cuántas vidas nos cruzamos al día, y cuántas de ellas podrían hacernos felices...
Con cuántas miradas compartiría mil cafés, mil abrazos, y mil vueltas en la cama, miradas que duran apenas tres segundos, lo que tardan en girar la cabeza y volver a su día a día.
Cuántas veces podría pedirles perdón a las faldas de las mujeres que veo a cada instante, cuántas notas con un "te cambio un "conmigo" por un "ya nos veremos"" podría dejarles en la mesilla antes de irme para siempre. Cuántas canciones podría escribirles a sus "no te quiero" y a sus "quédate por ésta noche"

Me levanté del blanco y dejé de soñar despierto. Subí la calle arrastrando mis dudas cosidas a la espalda, y me paré en un bar que no tenía mala pinta. Mesas de madera y luz no demasiado brillante.
Entré con mi menoría de edad a menos de un año de terminar, y pedí una cerveza con la mejor voz de hombre que pude poner. La camarera era una chica morena de ojos verdes, con un buen cuerpo y una sonrisa tranquilizadora, unos veinte años le eché. Me sirvió la cerveza a pesar de haberme calado desde que entré y me regaló una media luna. Se la devolví con la mejor mueca que tenía, al menos la más parecida a una sonrisa, y un piropo simple pero claro.
Podría compartir una vida con esa chica, al menos eso me transmitió cuando me rozó los dedos al darme las vueltas de mi billete de diez euros.
Me fui con paso decidido a la esquina más oscura de aquel bar, no había demasiada gente, la verdad, era un ambiente tranquilo. Me puse una canción en el Ipod y me dispuse a beberme aquella fría rubia que acababa de pagar.
Habría pasado una media hora cuando me quité los cascos, no necesitaba más peso en la espalda, no me ayudaría para salir del barro.
Di un trago a la cerveza, y al bajar la jarra, vi algo que me sonaba familiar.

- ¿Tantos versos a mi nombre, y pensabas que me iba a ir para siempre? - Dijo una voz femenina.
-  Nos hemos visto alguna vez? - Le pregunté
- No, aún no. - Contestó.

Y sonreí.