pidiendo "no le clavéis espinas"
que no recibo más que dolor.
Y a pesar de todas las lacras
se va detras de la primera gata
mientras le roce con una pata
y le declare todo su amor.
Y sangra chorros de licores
que le dieron de garrafón.
Va cantando sus amarguras,
con una guitarra sin colores
que le robamos a un trovador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Vamos, no te cortes, como si estuvieras en tu casa.